La tercera epístola de Juan, la más breve del Nuevo Testamento en griego, es una carta profundamente personal escrita por el apóstol Juan, identificado nuevamente como «el anciano». Está dirigida a un creyente llamado Gayo, a quien Juan elogia por su fidelidad, hospitalidad y caminar en la verdad. Esta carta proporciona una ventana única hacia la vida práctica de la iglesia primitiva, incluyendo sus desafíos internos.
Entre los sucesos importantes, destaca la afirmación de la fidelidad de Gayo, a quien Juan llama «amado», y elogia por su hospitalidad hacia los hermanos y los forasteros, quienes probablemente eran misioneros itinerantes. Juan se goza al saber que Gayo «anda en la verdad», una expresión que refleja obediencia a la enseñanza apostólica y una vida coherente con el evangelio.
El contraste aparece con Diótrefes, un líder de iglesia que se muestra orgulloso, autoritario y opuesto a la autoridad apostólica. Juan denuncia su comportamiento, que incluye hablar maliciosamente contra los apóstoles, rechazar a los hermanos fieles y expulsar de la iglesia a quienes los reciben. Este conflicto interno muestra que aún en los primeros días del cristianismo, había tensiones en torno a la autoridad, la verdad y la hospitalidad.
En contraste, Demetrio es elogiado por su buen testimonio, tanto de parte de todos como de la verdad misma. Probablemente era el portador de la carta, y Juan lo presenta como un ejemplo de integridad cristiana y fidelidad.
Entre los temas principales del libro están: la fidelidad personal a la verdad del evangelio, la hospitalidad como expresión concreta del amor cristiano, la importancia de rechazar el orgullo y el abuso de autoridad en la iglesia, y el valor de tener un testimonio coherente con la verdad revelada. La epístola también ilustra cómo los creyentes deben apoyar a aquellos que trabajan por la causa del evangelio, participando así en su obra.
En cuanto a su relevancia para el cristiano, 3 Juan nos exhorta a vivir una fe práctica, caracterizada por la verdad, el amor y la hospitalidad. Enseña que apoyar a quienes predican fielmente el evangelio es una forma legítima de «colaborar con la verdad». También nos advierte sobre los peligros del liderazgo sin sujeción a la autoridad de Cristo y de los apóstoles, algo sumamente relevante para nuestras iglesias hoy.
Este breve libro pone en evidencia que la vida cristiana no se trata solo de doctrina, sino de cómo esa verdad se vive en el contexto de relaciones reales dentro del cuerpo de Cristo. Juan nos llama a andar en la verdad, rechazar el orgullo, y apoyar fielmente la obra de Dios con integridad y amor.