El autor del libro de Ezequiel es el profeta Ezequiel, cuyo nombre significa «Dios fortalece». Fue un sacerdote y profeta durante el exilio babilónico, aproximadamente entre los años 593 a.C. y 571 a.C. Ezequiel fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Joaquín y otros judíos prominentes en el año 597 a.C.
El contexto histórico del libro abarca un tiempo de crisis nacional para el pueblo de Israel: la destrucción de Jerusalén y el Templo (586 a.C.) y el exilio en Babilonia. Ezequiel fue llamado a ser profeta entre los exiliados, a quienes ministró mediante visiones, oráculos y acciones simbólicas.
El libro se divide en tres secciones principales:
Capítulos 1–24: Juicio contra Judá y Jerusalén: Incluye visiones iniciales, llamados al arrepentimiento y advertencias sobre el juicio inminente debido al pecado y la idolatría de Judá.
Capítulos 25–32: Juicio contra las naciones: Profecías contra naciones vecinas como Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto, que se habían opuesto o burlado de Israel.
Capítulos 33–48: Restauración de Israel: Incluye promesas de esperanza y restauración, la visión del valle de los huesos secos, la restauración espiritual de Israel, y visiones sobre el nuevo templo y el reino futuro.
SEIS TEMAS PRINCIPALES
La gloria y la santidad de Dios: Ezequiel resalta que Dios es santo y soberano. Su gloria se manifiesta de manera impactante en visiones como la del capítulo 1, donde Dios aparece rodeado por seres vivientes y un trono celestial.
El juicio de Dios por el pecado: El libro enfatiza que el exilio y la destrucción de Jerusalén son resultado de la idolatría, la injusticia y la rebelión persistente de Israel contra Dios.
La responsabilidad individual: Ezequiel 18 enfatiza que cada persona es responsable ante Dios por sus propios actos, no solo por los pecados de sus antepasados.
La restauración y la esperanza: A pesar del juicio, Dios promete restaurar a Israel, tanto físicamente como espiritualmente. Esto incluye la visión de los huesos secos (capítulo 37), que simboliza la renovación de un pueblo muerto en sus pecados.
El nuevo pacto: Ezequiel anticipa un tiempo en el que Dios dará un «nuevo corazón» y pondrá «un espíritu nuevo» en Su pueblo (Ezequiel 36:26-27), una referencia al nuevo pacto en Cristo.
El reino futuro: La última parte del libro describe la restauración final de Israel, un templo glorioso y la presencia eterna de Dios con Su pueblo.
RELEVANCIA PARA EL CRISTIANO
La santidad de Dios: Nos recuerda que Dios es santo y exige que Su pueblo viva en santidad, separándose del pecado y dedicándose a Él.
El llamado al arrepentimiento: Ezequiel enfatiza que Dios no se complace en la muerte del impío, sino que desea que todos se arrepientan (Ezequiel 18:23, 33:11). Esto es consistente con el llamado del evangelio a la fe y el arrepentimiento.
La responsabilidad personal: Ezequiel 18 nos enseña que cada persona es responsable ante Dios. La salvación no depende de los méritos de otros, sino de nuestra relación personal con Dios.
La esperanza en Cristo: Las promesas de un nuevo corazón y un nuevo espíritu encuentran su cumplimiento en el ministerio de Jesús y la obra del Espíritu Santo en los creyentes (Juan 3:5-8; Tito 3:5-6).
La soberanía de Dios sobre la historia: Los juicios y restauraciones en Ezequiel muestran que Dios gobierna sobre las naciones y dirige la historia hacia Su propósito redentor.
La visión del reino eterno: La visión final del templo y la presencia de Dios (Ezequiel 40–48) apunta al reino eterno de Dios, donde Su gloria será plenamente revelada, y Él habitará con Su pueblo para siempre (Apocalipsis 21:3-4).
El libro de Ezequiel es un testimonio poderoso de la justicia, la misericordia y la soberanía de Dios. Aunque comienza con advertencias de juicio, termina con una promesa de restauración, mostrando que el propósito de Dios para Su pueblo no es su destrucción, sino su redención. Para el cristiano, el mensaje de Ezequiel ofrece una rica fuente de enseñanza sobre el carácter de Dios, la necesidad de arrepentimiento y la esperanza de un futuro glorioso en Cristo.