La epístola de Judas, escrita por “Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo”, está dirigida a los creyentes “llamados, santificados en Dios Padre y guardados en Jesucristo”. A pesar de su intención inicial de escribir sobre la común salvación, el autor se ve obligado a cambiar de enfoque debido a una amenaza urgente: la infiltración de falsos maestros dentro de la comunidad cristiana.
Uno de los sucesos más destacados del libro es la descripción vívida de estos hombres impíos que han entrado encubiertamente, convirtiendo la gracia de Dios en libertinaje y negando a Jesucristo como único soberano y Señor. Judas les dedica gran parte de su carta, comparándolos con figuras y eventos del Antiguo Testamento: la incredulidad del pueblo en el desierto, los ángeles caídos, Sodoma y Gomorra, Caín, Balaam y Coré. Estas referencias muestran que la apostasía, el rechazo de la autoridad divina y la corrupción moral no son nuevas, sino patrones recurrentes en la historia de la redención.
Uno de los aspectos más notables es el uso de textos extra canónicos como el Libro de Enoc y una tradición oral sobre la disputa entre Miguel el arcángel y el diablo por el cuerpo de Moisés. Se reconoce que, aunque estos textos no sean canónicos, el Espíritu Santo ha guiado al autor a usarlos con propósito pastoral para ilustrar realidades espirituales verdaderas.
El mensaje central de Judas gira en torno a la defensa de la fe (“la fe que ha sido una vez dada a los santos”) y la advertencia contra los falsos maestros. Pero no se limita a la denuncia: también exhorta a los creyentes a edificarse en la fe, orar en el Espíritu Santo, mantenerse en el amor de Dios y esperar la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. También llama a tener compasión de los que dudan, salvar a otros arrebatándolos del fuego, y mostrar misericordia con temor.
Judas subraya la soberanía de Dios en la salvación (“guardados en Jesucristo”) y su poder para preservar a los suyos hasta el fin (“Aquel que es poderoso para guardarnos sin caída”). El libro termina con una gloriosa doxología que exalta a Dios como nuestro único Salvador, digno de gloria, majestad, poder y autoridad.
Para el cristiano hoy, Judas es un llamado urgente a estar vigilantes en cuanto a la sana doctrina, vivir en santidad y no relativizar la verdad bíblica. En un tiempo donde muchos se apartan de la fe o la distorsionan, Judas recuerda que la lucha por la pureza del evangelio es esencial. Además, consuela a los fieles con la certeza de que Dios los guardará hasta el día de Jesucristo.