Así que no te desanimes cuando los malvados se enriquezcan, y en sus casas haya cada vez más esplendor. Pues al morir, no se llevan nada consigo; sus riquezas no los seguirán a la tumba. En esta vida se consideran dichosos y los aplauden por su éxito. Pero morirán como todos sus antepasados, y nunca más volverán a ver la luz del día. La gente que se jacta de su riqueza no comprende; morirán, al igual que los animales. Salmos 49:16-20 NTV
Queridos amigos, es común ver cómo muchos se enriquecen de manera ilícita.
Eso se debe principalmente a que su concupiscencia (un deseo desmedido) es la ambición de poseer lo material a cualquier costo, pensando que alcanzaran poder y seguridad, además de llegar a satisfacer sus deseos de la carne, como ser los placeres del mundo.
En muchos casos eso lo vivimos delante de nuestras narices y nos sentimos engañados.
La buena noticia es que todos seremos juzgados por Dios. Es por eso que no debemos buscar hacer justicia, incluso cuando la justicia del hombre no funciona. Dejémoslo todo en manos del justo Juez y oremos por ellos.
Recordemos por otra parte que nosotros también seremos juzgados por nuestra maldad, por lo que se hace urgente que podamos arrepentirnos y convertirnos.
Que sea Jesús quien nos redima con su sacrificio en la cruz. Creamos en Él como nuestro Señor y salvador.
Vivamos una vida de obediencia dedicada a Dios, escudriñando las escrituras para saber cómo vivir para la gloria del Padre celestial.
Les deseo un día bendecido.