Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.» Hebreos 10:19-22 RVR1960
Queridos amigos, lo que hoy nos parece tan normal, fue algo extremadamente delicado y hasta peligroso para los sacerdotes del pueblo hebreo.
En la época del Antiguo Testamento solo y únicamente el sumo sacerdote tenía acceso al lugar santísimo, y además de ello el acceso se podía hacer solamente una vez por año.
Se trataba de algo sumamente especial, estar en la presencia cercana de Dios tenía sus riesgos, una equivocación del sacerdote y podía terminar muerto.
A partir de la muerte de Jesús en la cruz y de su derramamiento de sangre, contamos con el acceso abierto al lugar santísimo por el mayor de los sumo sacerdotes, quien nos da la opción de llegar a ese divino lugar sin reparos.
Jesús nos abrió un camino nuevo, directo y vivo. Es una oportunidad que millones jamás la tuvieron.
Acerquémonos a Jesús con corazón sincero, sabedores que Él nos bendice con la fe, a través de la cual podemos creer en todo lo que el Dios Padre promete.
Gracias a la obra salvadora de Jesucristo podemos gozar de corazones purificados por obra del Espíritu Santo.
Y con corazón puro alabaremos a Jehová con el mayor de los gozos por haber enviado a su único hijo a morir por nosotros.
Tengan un hermoso día, alaben al Señor.