Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Lucas 2:10-11 RVR1960
Queridos amigos, nadie sabe con ciencia cierta la fecha en la cual nació Cristo Jesús, lo que sí se sabe es que muy probablemente no nació en un 25 de diciembre.
Lo relevante es saber con plena certeza que sí nació, que vivió una vida ejemplar como único hombre libre de pecado y que murió en la cruz cumpliendo su propósito, el de abrir la posibilidad que se salven todos los que en Él crean (Juan 3:16).
Sí, así es, todo aquel que crea en su corazón y lo declare con su boca será salvo (Romanos 10:9). Esta maravillosa salvación se hace posible a través de la misericordia y gracia del Dios Padre y a través del don de fe que el Creador nos regala, don que hace que la muerte en la cruz de nuestro Señor Jesucristo sea efectiva para salvación de la muerte eterna, es decir del infierno.
A través de la fe genuina podemos creer que Cristo es nuestro Señor y salvador, y entender que si Él es nuestro Señor, nosotros somos sus siervos y debemos servirle en obediencia.
El mundo está cada vez más orientado a adorar al Papá Noel, también conocido como Santa Claus, a quien se le atribuyen los regalos. Un ser que en algún momento pudo tener algo de realidad se convierte más y más en un ser fantástico con una risa pegajosa y una supuesta bondad porque trae regalos.
Estoy seguro que la mayoría de los «admiradores» de este tierno viejito vestido todo de rojo me dirán que no le idolatran, así como los fanáticos del fútbol me dirán que no le tienen al deporte de las multitudes como su dios, verdad dura pero cierta.
La gente se pone gorros de Papá Noel y se disfraza para crear un mayor ambiente de alegría. La presencia de este simpático gordito es prácticamente imprescindible en la mayoría de los hogares conjuntamente con su séquito de renos y muñecos de nieve; marca presencia de las más diversas maneras, como muñeco de plástico o de tela, como cuadro, como mantel o servilleta, etc.
La gran pregunta es, ¿qué tiene que ver este personaje con el nacimiento de Jesús? La respuesta es, absolutamente nada, no tiene nada que ver. Sin embargo el hombre desde que fue echado por Dios del jardín del Edén tiene en su naturaleza buscar la idolatría.
Como si no fuera suficiente adorar al niño Dios en forma de figura de yeso o de cera, ahora el Papá Noel es el ser al que más se sigue y en definitiva es el principal símbolo de la Navidad.
Algunos me dirán que exagero y mi respuesta es que no lo hago porque se trata de una sutil, sino dramática, desviación del objetivo central de la Navidad, que nos aleja de Dios y todo lo que nos aleja de Dios en ese sentido es idolatría, lo dice la Biblia, no lo digo yo.
La Navidad cada vez más se aleja de ser una celebración cristiana porque se convierte más y más en una fiesta pagana donde el centro ya no es Jesús y su nacimiento, sino la comilona, la bebedera y los regalos como parte del materialismo de este mundo, generando cada vez más una brecha mayor entre los que compran en lindas tiendas y los que miran desde afuera porque simplemente no pueden comprar nada.
Los que somos seguidores de Cristo debemos celebrar todos los días el nacimiento de Jesús, no obstante, ello encuentro que está muy bien recordar el cumpleaños terrenal de nuestro Señor, ocasión en la cual debemos alabarle y adorarle sin las distracciones que el mundo se inventa para precisamente alejarnos del objetivo principal de la Navidad.
Los magos que vinieron del oriente le llevaron al Señor regalos muy valiosos. Ahora que Cristo ya no está físicamente con nosotros llevarle regalos no tiene mucho sentido, por lo que el más bello regalo que le podemos brindar es hacer su voluntad en obediencia.
La paz y el amor que unos a otros se desean, casi exclusivamente en la Navidad, se pueden hacer realidad en la medida en que todos seamos obedientes. Si así fuera ya no habrían discusiones y peleas, estaríamos en paz y el amor sería la tónica de las personas y la Navidad se convertiría en una verdadera celebración de paz y amor, centrada en el maravilloso nacimiento de Jesús.
Gocémonos como se gozaron los ángeles y como se gozaron los pastores, qué mejor noticia que la de saber que nació el Salvador que es Cristo Jesús nuestro Señor, alabado sea.
Que sea Dios quien guíe sus vidas y que gracias a su poder anhelemos vivir para su gloria, de esa manera podremos en verdad tener unas felices fiestas.