Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Santiago 1:19-20 RVR1960
Queridos amigos, ¿cuántas veces nos hemos arrepentido de haber dicho tal o cual cosa?
¿Cuántas veces hemos dicho: «pero si no me has dicho!!!» ¿Porque simplemente no nos habíamos detenido a escuchar lo que se nos estaba diciendo?
¿Hemos podido demostrar un alto grado de impaciencia? ¿Quizás hemos sido la bocina más rápida del oeste?
Nuestras formas humanas determinadas por nuestra carnalidad e influenciadas por el mundo, nos llevan a tener ciertos patrones de comportamiento, que se caracterizan por no escuchar, hablar en demasía y finalmente enojarnos rápidamente cuando algo no nos cae bien.
Como siempre la Palabra es sabia y hace alusión a lo que los gurus de nuestra era desarrollan como técnicas modernas de coaching, por ejemplo:
En las empresas se nos enseña que el escuchar es fundamental para las buenas relaciones y para los buenos negocios, se habla de escucha activa, de escucha agresiva, etc. y eso ya se dijo de forma sencilla hace dos milenios en la Biblia.
Nos podemos dar cuenta de lo hermosa que es la sabiduría de Dios y que antes de que se desarrollarán conceptos de ventas y marketing su palabra estaba ya guiando a quienes la conocían y le eran obedientes.
No pequemos, escuchemos a nuestro prójimo y seamos amorosos y/o misericordiosos, eso nos alejará de la posibilidad de enojarnos cuando escuchemos algo que no nos gusta.
Hablemos lo justo, lo correcto, con medida, de esa manera evitaremos respuestas que nos lleven a airarnos, es decir enojarnos.
Cuando nos enojamos perdemos el balance, incluso la cordura y eso hace que hiramos la santidad de Dios, que pequemos, que vayamos en contra de los preceptos de nuestro Creador.
Honremos a Dios y vivamos para su gloria, esforcémonos por escuchar mucho y hablar lo necesario. Tengamos un corazón de amor y misericordia para evitar los fatales enojos.
Presto para escuchar, lento para hablar, lentísimo para enojarte.
Que Dios les bendiga grandemente.