Ved ahora que yo, yo soy, Y no hay dioses conmigo; Yo hago morir, y yo hago vivir; Yo hiero, y yo sano; Y no hay quien pueda librar de mi mano. Deuteronomio 32:39
Queridos amigos, he tenido oportunidad de encontrarme con personas, que con orgullo manifestaban ser autosuficientes.
Sin duda, la autosuficiencia es una condición deseada por muchos en el mundo. Lo que estas personas no perciben o disciernen es que su autosuficiencia es en sumó limitada, y que aunque parezca que tienen dominio sobre diferentes aspectos de su vida, en definitiva no tienen ni la más mínima injerencia sobre aspectos alejados del supuesto poder humano.
El único verdaderamente autosuficiente es Dios, además es también autoexistente, nadie lo ha creado y su existencia es un misterio para nuestra mente limitada.
Cuando Él dice «yo soy» se está refiriendo a su condición de autoexistencia. Podemos imaginarnos la magnificencia de su ser con solo pensar en la profundidad del significado de «Él es». Hago volar mi imaginación, la cual en definitiva no me alcanza para dimensionar la esencia y magnitud de lo que «yo soy» significa.
Dios está solo, sin estarlo, porque no hay dioses que le acompañen, sin embargo está el misterio de la Trinidad que se trata de tres personas diferentes que se acompañan y se complementan siendo una misma, Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios está acompañado de su creación que es de índole espiritual, entre otros los angeles y querubines y también de tipo físico, como el ser humano y por qué no, los animales.
El autosuficiente vive porque Dios le dio vida, y podría quitársela cualquier rato, sin que exista poder humano que lo pueda impedir. Vemos que el sentido de autosuficiencia es del todo relativo y funciona en la medida en que Dios así lo permita.
Quizás el autosuficiente en su orgullo pueda argumentar que no necesita de Dios ni de nadie, especialmente porque pareciera que nada se interpone en su camino.
Se trata de mero desconocimiento de los atributos de Dios que son paciencia, misericordia, tardanza para enojarse, bondad, entre otros. Vemos que la ignorancia lleva a envalentonarse e incluso a desafiar a Dios a través de una vida en pecado.
En mi concepto el orgullo es uno de los peores pecados, si no el peor. Recordemos que Satanás es lo que es también por orgullo.
Otro atributo del Padre celestial es la justicia, de la cual nadie se libra, nadie se libra de su mano, ya sea que se haga justicia a través de la muerte sustituta de Jesucristo en la cruz del calvario, quien murió para pagar por el pecado de los deudores que en Él creen, o que se haga justicia a todos los demás, que son los que rechazan a Jesucristo. Éstos serán juzgados por sus transgresiones y recibirán justo juicio del justo Juez, incluidos los autosuficientes que viven beneficiándose de la gran paciencia de Dios.
Me cuestiono en cuantas ocasiones me he mostrado tan seguro de mismo, tan independiente que me he olvidado de Dios y he pensado que me podía comer el mundo por mi propia fuerza y voluntad. Sin duda se trata de un desdén al poder de Dios, quien puede herir y sanar.
Debemos poner toda nuestra confianza en nuestro Creador, en Él podemos descansar de todas nuestras pesadas cargas.
Para que esto sea posible es necesario ser bendecidos con Su gracia, la cual hace que la muerte de Jesús sea efectiva para justicia y de esa manera poder ser perdonados de manera definitiva de todos los pecados cometidos. Bendecidos con el don de fe, podemos confiar en Jesucristo reconociendo que Él es nuestro Señor y salvador.
Por tanto, sin la gracia, sin la muerte sustituta de Cristo y sin el don de fe, es imposible llegar a Dios. Oremos para que Él tenga misericordia de nosotros y nos bendiga con Su maravillosa gracia.
Les deseo un hermoso día caminando de la mano de Dios.