Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Lucas 6:27-30 RVR1960
Queridos amigos, como de costumbre Jesús nos sorprende con su carácter impredecible, porque sus pedidos son órdenes que son completamente contrarias a lo que el mundo esperaría oír del Ser supremo, el Dios de la Biblia.
Tenemos insertado en las venas el defender nuestras posiciones y también nuestras posesiones, ¿cómo y por qué aceptar estas ordenanzas tan contrarías a nuestra naturaleza?
Suena ilógico que amemos a nuestros enemigos, si hemos sido enseñados por el mundo durante toda nuestra vida que odiar al enemigo es lo más razonable, al fin y al cabo, lo que se quiere es la destrucción total de quien nos perjudica o nos hace daño, o ¿no?
Hacer bien a los que nos aborrecen, eso sí que no suena para nada razonable. Como mínimo debería tratar de evitar al que me aborrece, mantenerlo lejos para evitarme problemas sería lo más indicado. Sin embargo, Jesús me manda a que les haga el bien, lo cual conlleva estar cerca de ellos. Wow, qué difícil, ¿verdad?
¿Al que me maldice normalmente le deseo que sus malos deseos se multipliquen para él, ahora tengo que bendecirle? Por favor Jesús, te parece justo humillarme de esta manera?
¡A los que me calumnian deseo estrujarles el cuello hasta que dejen de respirar, se lo merecen! Padre bendito, ¿qué puedo pedir en oración por los que me calumnian? ¿Habrá algo que pueda pedir a su favor?
Durante toda mi vida aprendí que estaba siendo criado para ser alguien y que no tengo por qué humillarme ante nadie, ahora dices, ¿que si alguien me agrede no solo me quede callado, sino que también le ofrezca la otra mejilla?
Señor, lo que tengo me costó mucho conseguirlo, ¿ahora tú me pides que entregue al otro más de lo que me quite? Eso sí que me será difícil, ¿quieres que me quede sin mis preciadas posesiones?
Volvamos al comienzo del pasaje donde Jesús dice «pero a ustedes los que oyen, les digo», se está refiriendo a los creyentes que tienen oídos espirituales para oír y obedecer lo que el mundo aborrece. Son personas bendecidas con la gracia de Dios cuyo pecado ha sido lavado con la sangre de Jesucristo derramada en la cruz del calvario.
Estas palabras no son para todos los hombres, son solo y únicamente para que los verdaderos convertidos las pongan en práctica. Pudimos ver que todas las ordenanzas son terribles para el hombre natural, solo el hombre espiritual tiene el discernimiento para entender la profundidad y el alcance de los designios de Dios.
Amor, misericordia y humildad son la tónica para cumplir con estos difíciles mandatos, que se hacen cada vez más fácil de cumplir en la medida que se va creciendo en espiritualidad acercándose a la dimensión de la altura de Jesucristo nuestro Señor.
Mi mayor deseo es que el Padre celestial les bendiga con su infinita gracia.