Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados. Isaías 45:24 RVR1960
Queridos amigos, Dios declara en su Palabra que toda rodilla se doblará ante Él y que toda lengua le declarará su lealtad, es decir nadie se librará de reconocerle como el único y verdadero Dios todopoderoso.
Ante tan majestuosa declaración muchos quedan sorprendidos y otros muchos simplemente la ignoran, porque están tan dominados por sus ídolos que no pueden discernir la relevancia para su vida.
Recuerdo que en mi vida pasada me enardecía, tal cual lo describe la Biblia, cuando alguien quería hablarme de la Palabra o del Señor. Si bien nunca adoré ninguna figura de yeso o madera, tenía con seguridad algunos ídolos invisibles que adoraba y que, por supuesto, tenían el pleno dominio sobre mi persona.
En diferentes partes de las Sagradas Escrituras se describe a los ídolos como cosas que nada pueden, no tienen capacidad para ver u oír, menos hablar o sentir, ni que decir de pensar o de tener alguna mínima influencia por sí mismos.
Entonces, cómo es posible que un ídolo nos pueda influenciar y hasta dominar? La respuesta está contenida en las características del corazón del hombre natural, el apóstol Pablo describe en Romanos 1:20-21 que el hombre no quiere darse cuenta de la existencia de Dios menos le quiere glorificar y agradecer, más bien se envanece en sus razonamientos, por lo que su corazón fue llevado a tinieblas, es decir está alejado de la luz de Dios.
Un corazón entenebrecido reacciona con fluida facilidad a las señales del mundo y hace de oídos sordos a las cosas del cielo, profesa sabiduría a pesar de que es completamente necio y por eso sigue sin dudar las injusticias de la vida, yendo duramente en contra de la verdad de Dios.
Los deseos desmedidos de la carne son los que reinan cuando el corazón del hombre se halla en oscuridad, y la única manera de vivir en la luz, es decir con Jesucristo, es a través de la maravillosa gracia de Dios.
En tanto que Jesucristo no sea el Señor de sus vidas, continuarán siendo parte activa de los que serán avergonzados, incluso si no se enardecen contra Él.
Cuán duro será para aquellos que a pesar de que decían creer con sus bocas y le negaban con sus actos y pensamientos, éstos se acercarán al Señor Jesucristo en su segunda venida y le dirán Señor, Señor y la respuesta que recibirán será aléjense de mi hacedores de maldad (Lucas 13:25-27), no me imagino mayor vergüenza.
De igual forma los de corazón altivo tendrán que admitir su error con gran vergüenza y terminarán postrándose de rodillas ante el único y verdadero Señor de justicia y poder. Recién en ese momento se darán cuenta de su necedad y será demasiado tarde para arrepentirse.
Hoy es el día para pedir perdón y arrepentirse, hoy es el día para clamar a Dios pidiéndole misericordia y gracia.
Les deseo un día muy bendecido.