«El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.» 1 Juan 2:9 RVR1960
Queridos amigos, Jesús nos dejó un nuevo mandamiento: ama a tu prójimo como a ti mismo.
Sin duda es una orden bastante difícil de llevar a cabo, especialmente si la buscamos cumplir en nuestra propia fuerza.
El mandamiento de amar de Jesús es genérico porque indica que se ame a todos, sin embargo, Juan es más selectivo y dice que una demostración de que se es creyente, es el amor que hay que profesar por los hermanos.
Todos cuando nacemos somos criaturas de Dios y solo somos convertidos en sus hijos cuando el soberano Creador nos bendice con su gracia. Por lo tanto, no todos son hijos de Dios y los que lo son, son hermanos (espirituales).
Sin duda el amor que un creyente profesa por sus hermanos en Cristo es una prueba genuina de su conversión.
Ahora bien, ¿podemos amar porque se nos manda? ¿Acaso el amor no tiene que nacer?
La respuesta obvia para el hombre natural es primero «no» y después «sí». Sin embargo, el hombre de Dios se encuentra bajo condiciones, digamos, especiales, y sí puede amar como Dios manda
Una vez que hemos sido bendecidos con la gracia divina, Dios ilumina nuestro camino, Su luz es la luz para nuestra nueva forma de vida, y la iluminación verdadera conduce al amor.
Andar bajo la luz de Dios implica andar en amor. Dios está obrando sobre el creyente para que pueda cumplir el mandato de amar en obediencia y que de esa manera también pueda cumplir con la ley.
Concluimos que el creyente que está verdaderamente en la luz, está capacitado por Dios para amar, a sus hermanos y a su prójimo. Se trata de un amor que no busca lo suyo, que es benigno, sin envidias, rencores o jactancias.
En contraposición el que aborrece a su hermano se encuentra en tinieblas, implica que no tiene la luz de Dios que le permite amar.
Hagamos una pequeña introspección y veamos si tenemos odios adentro, si así fuera tendremos que quizás replantearnos nuestro cristianismo, porque es probable que no hayamos nacido de nuevo.
Será necesario que nos humillemos ante Dios y le pidamos perdón por nuestros pecados, comenzando por dejar de odiar.
Estemos atentos a los falsos maestros que afirman tener iluminación espiritual y que demuestran lo contrario por no tener amor.
Busquemos la luz del Todopoderoso, porque de otra manera estaremos andando en tinieblas y quien en tinieblas camina no sabe adónde va.
Que Dios ilumine su caminar y que el amor sea el fruto de esa maravillosa luz.