Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Santiago 3:7-8 RVR1960
Queridos amigos, creemos que tenemos libertad porque pensamos que podemos hacer lo que queremos.
Evidentemente, confiados en nuestra inteligencia, tomamos decisiones y las llevamos a cabo y somos forjadores, en parte, de nuestro destino y eso nos lleva a pensar que somos libres.
Sin embargo, no somos tan libres porque no tenemos un discernimiento desarrollado para realmente decir y hacer lo correcto.
Eso significa que estamos bajo un dominio, que no nos permite ser como quisiéramos y el mismo dominio no nos permite refrenar nuestra lengua.
Estamos esclavizados por el pecado.
Es por eso que podemos controlar muchos aspectos de la vida que son externos a nosotros, sin embargo, aspectos relevantes dentro de nosotros no los podemos controlar.
Precisamente de uno de los aspectos más relevantes que, en muchas ocasiones, nos es imposible controlar, nos habla Santiago, del dominio de nuestra lengua.
Órgano muy pequeño que cuando es mal utilizado funge como arma mortal.
Un pequeño fuego incendia un enorme bosque, así actuamos con nuestro pequeño miembro cuando no lo dominamos.
La única manera de ser liberados de la esclavitud del pecado es a través de la gracia de Dios y la cruz de Jesucristo.
La palabra dice arrepentíos y convertíos, se refiere al arrepentimiento genuino de nuestro pecado y empezar a seguir a Cristo, viéndolo a Él como Señor y viéndonos nosotros como sus siervos. Tengamos todos un día bendecido, y no olvidemos refrenar nuestras lenguas.