Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Lucas 13:23-24 RVR1960
Queridos amigos, servirá de algo obtener una respuesta a la pregunta ¿son pocos los que se salvan?
Indiferente de la respuesta que se pueda obtener creo que no es de mucho valor agregado, consideró que la pregunta que debemos hacer es ¿podré yo entrar por la puerta estrecha?
Existen dos caminos, el ancho que lleva a la puerta ancha de la perdición y el angosto que lleva a la puerta angosta de la salvación.
El camino ancho es el camino del mundo y de la carne por el que caminan personas que consideran que la mejor forma de vivir es gobernándose a sí mismos. Dios no está en su esquema, ellos son prácticamente sus propios dioses aunque digan creer en un ser superior.
Se trata de un camino que absorbe el corazón del hombre, donde se encuentran muchas paradas. Unas son de diversión que satisfacen la búsqueda de placer y felicidad, combinando con las paradas de búsqueda de riqueza y posición social mientras se continúa avanzando, buscando ascender o esforzándose por no caer.
Vivir en conformidad al sistema del mundo, ya sea en los ámbitos sociales, académicos, políticos, económicos y/o religiosos que están lejos de Dios, es caminar sobre el camino ancho. En resumen, dejar que el mundo y la carne sean los que gobiernan sobre la voluntad del hombre es caminar por el camino de perdición.
Es tiempo que los cristianos nos abramos al discernimiento y examinemos si de una manera u otra no nos hemos asociado a un sistema que se desarrolla raudamente para llegar a los últimos tiempos.
Entonces viene a colación la siguiente pregunta ¿cómo será posible caminar por el camino angosto que menciona el Señor Jesucristo, si vivimos en este mundo?
Se convierte en una pregunta un tanto difícil de contestar cuando como creyentes todavía estamos sumidos en el influjo del mundo por nuestros trabajos, nuestros negocios, nuestros estudios y profesiones y como miembros de la sociedad en la que vivimos.
Es indispensable identificar la forma en la que el cristiano debe vivir y el apóstol Juan nos lo dice con claridad: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” 1 Juan 5:4 RVR1960
La fe nos lleva a confiar plenamente en Dios, por tanto, podemos confiar en su Palabra, en su verdad y en sus promesas.
Tengamos por seguro que personas del mundo nos aconsejarán de muchas maneras para que evitemos seguir la verdad, según ellas el camino que ven y sugieren es razonable porque satisface su raciocinio alejado de Dios.
Si como cristianos andamos por fe, el pensamiento del mundo no tendrá ningún valor para nosotros, el buen camino del mundo es el que tenemos que evitar, porque lo que el hombre natural tiene por buenísimo, delante de Dios es abominable (Lucas 16:15).
Seamos obedientes al Señor, hagamos su voluntad, esforzándonos por entrar por la puerta estrecha, viendo con misericordia a los que caminan por el camino espacioso que lleva a la muerte eterna.
Que Dios les bendiga grandemente.