Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre. Lucas 21:36
Queridos amigos, en estos días hemos tenido unos azotes de la naturaleza en Bolivia que quizás sean pequeños comparados con lo que está previsto que vendrá en los últimos tiempos.
Tuvimos una granizada de magnitud histórica en Sucre, una lluvia torrencial pocas veces vista en Santa Cruz, una plaga de langostas en el mismo departamento y un deslizamiento de un farallón en La Paz que tapó por completo un grupo de casas.
Es preciso que velemos como dice la Palabra, velar significa estar atento y despierto. Además de no tener que caer en distracciones las Escrituras nos enseñan que debemos orar en todo tiempo, especialmente ante la evidencia de la cercanía de los tiempos finales.
Debemos velar para no caer en tentación, para estar atentos a no ser engañados por falsas doctrinas de falsos maestros. Existen personas que buscan perturbar a las iglesias, pervirtiendo el Evangelio de Cristo (Gálatas 1:7), es preciso no dejarse convencer guiados por la verdad de las Sagradas Escrituras.
Es posible que por las aflicciones y por los apuros de la vida podamos estar distraídos, entonces no estaríamos velando como nos indica la Palabra tampoco orando sin cesar, incumpliendo así nuestro mandato de creyentes.
Para el hombre natural es prácticamente imposible entender que hay que vivir velando y orando, porque no comprende la «practicidad» de tan tediosas actividades. En su mente está cómo solucionar los problemas que se van presentando, haciendo uso de la fuerza e inteligencia que Dios le ha dado, ignorando que existen prioridades espirituales superiores a las terrenales que le ocupan. Con eso no quiero decir que el cristiano está exento de afrontar los problemas de su vida, debe hacerlo, como mi abuela solía decir: «con la boca orando y con el mazo dando».
La Palabra nos está llamando a la obediencia, debe entenderse que nuestro llamado es el de hacer la voluntad de Dios y parte de su voluntad es velar y orar en todo tiempo.
No porque el convertido goce de la promesa de salvación eterna, se dejará llevar por lo terrenal y mundano. Precisamente porque es nacido de nuevo su corazón está puesto en las cosas de Dios. Sin duda existen convertidos que ponen más o menos fuerzas en su amor por Dios, aquellos que pongan sus mayores esfuerzos en ser obedientes serán más dignos de escapar de las cosas que vendrán, sin embargo todos los creyentes genuinos se pararán delante de Jesucristo.
No olvidemos que el único verdaderamente digno es Dios, a Él sea toda la gloria. Les deseo un día muy bendecido por nuestro Señor Jesucristo.