Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo.” Hechos 4:26 RVR1960
Queridos amigos, tan extraño como pueda sonar, pero tan cierto como es: en la historia de la humanidad siempre han escaseado gobernantes temerosos de Dios, en desmedro de los gobernados.
Incluso entre el mismo pueblo escogido de Dios, el pueblo de Israel, los gobernantes que amaban a Dios fueron demasiado pocos. Se puede deducir que al igual que la dificultad de que un rico entre en el reino de los cielos (Mateo 19:23), un gobernante tendrá similar estorbo, porque el poder enceguese tanto como las riquezas.
Los gobernantes suelen creerse justos y sabios, sin embargo, viven alejados de la justicia verdadera, la que es de Dios, y profesan poco o nada de la sabiduría que viene de lo alto, que es primeramente pura, después pacífica, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía (Santiago 3:17).
Me pregunto, ¿cuál sería el éxito de un gobernante temeroso de Dios en nuestros días? Creo que no duraría mucho tiempo en el poder, porque el pueblo incrédulo (la gran mayoría) no tardaría en rebelarse contra sus exageraciones y fanatismos. Imaginemos que este gobernante tome la determinación de honrar a Dios destruyendo y prohibiendo todo lo que representa la idolatría, ¿acaso no tendría a la mayoría encima por ir en contra de sus tradiciones (y sus dioses)?
Herodes y Poncio Pilato fueron los gobernantes en el tiempo de Jesús, y a pesar de saber de su plena inocencia, se juntaron con los gentiles y con el pueblo de Israel y sus líderes, formando una coalición en contra de Él. El fatal resultado fue su injusta muerte de cruz.
¿Por qué, a pesar de saber fehacientemente de la inocencia del Señor, optaron por dar gusto a los mentirosos, envidiosos y conspiradores?
Hay dos respuestas, la primera para dar curso al plan de redención de Dios, si Jesús no hubiera sido crucificado nadie podría ser salvo. La segunda respuesta va como resultado de la maldad inherente del hombre natural en su incansable búsqueda de satisfacer sus ambiciones, su ego, su orgullo.
Los gobernantes fueron movidos por motivos políticos, siempre es mejor estar bien con dios y con el diablo. Los líderes judíos creían tener la razón en cuanto a su posición teológica, además del riesgo de perder posición y poder, y el pueblo como siempre siguiendo poco discernimiento a sus líderes con.
No era una historia nueva, pues ya en los tiempos de David, él mismo había escrito en el libro de los Salmos 2:1-3 “¿Por qué estaban tan enojadas las naciones, y los pueblos se confabulan en inútiles planes? Los monarcas de la tierra se ensoberbecen (se preparan para la batalla), y los gobernantes forman coaliciones contra el Señor y contra su Rey ungido”. La historia siempre se repite. Hay justos perseguidos e injustos perseguidores.
Los perseguidores suelen darse el trabajo de intimidar con las peores amenazas. En el caso puntual de la historia del libro de los Hechos los apóstoles y discípulos eran constantemente amedrentados por las autoridades religiosas, varios sufrieron cárcel y azotes como escarmiento a su supuesto inadecuado comportamiento.
La fuerza y el denuedo vienen de Dios. A pesar de encontrase en una situación difícil el Señor les dio valentía para continuar proclamando su maravilloso mensaje y también les otorgó poder para continuar con los milagros de sanidad y otras señales, que confirmaban que Él estaba con ellos.
La reacción de los creyentes, la iglesia cristiana, en el momento de peligro fue orar entregándose al Señor. Dada la criticidad del momento se podría pensar que se quedarían amedrentados y bajoneados. Sin embargo, su reacción fue la de alabar al Señor y continuar con la obra que les había sido encomendada como hijos de Dios. No tenían la más mínima intención de hacer caso a las exigencias de los líderes judíos del Sanedrín, pues su mandato era el de evangelizar y ellos estaban absolutamente convencidos del poder de Dios y de que esa era la única verdad, conscientes de que su testimonio los podría llevar a la muerte.
No nos sorprendamos cuándo las autoridades se pongan en contra de Jesucristo, demostrando ser seguidores del mundo (y de Satanás). Y si nos toca vivir persecución gocémonos en el Señor, sabiendo que antes y después sus hijos siempre están en sus manos. Dios es muchísimo más que todos los que pueden estar en su contra, sin importar, rango ni nivel de poder.
Como dice en Salmos 2:4 “el Señor se burlará de ellos”. La rebeldía humana es inútil ante el poder de Dios, pues el siempre prevalecerá. Recordemos cómo sufrió y triunfó nuestro Señor Jesucristo, que ese recuerdo sea el que nos devuelva la firme confianza. Oremos para que el Señor nos de valor, no nos preocupemos y menos deseemos enfrentarnos con la situación, pues nuestro Señor es Señor de las fuerzas.
Les deseo un día bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.