Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia? Malaquías 2:17 RVR1960
Queridos amigos, una aseveración tremendamente irreverente es aquella que dice que Dios se deleita en los malhechores, porque éstos la pasan bien, mientras Él no hace nada.
Quienes no han entendido la dimensión de su pecado y sus consecuencias afirman que Dios los ama tal cual son, esto equivale a que cualquiera que hace lo malo agrada al Señor.
También están los que indican que las Sagradas Escrituras son escritos inventados por el hombre para el hombre, o que se trata de un buen manual para vivir, pero nada más. ¿Acaso una posición tal no es irrespetuosa e insolente para con el Señor?
De igual manera existen osados que preguntan: ¿y qué sabe Dios?, ¿acaso el Señor sabe lo que está pasando? (Salmos 73:11). Inducen que, si hay un Creador, éste no está al tanto de su creación, porque no ven lo que esperarían ver de un ser tan poderoso.
Otros se burlan de Dios diciendo: “¡Apresúrate, haz algo!, queremos ver lo que puedes hacer, queremos saber qué es”. Y como no hay respuesta, afirman que Dios no escucha o, peor, no existe. No creen que el Señor pone en práctica sus planes, sin que nadie sepa cómo los está ejecutando (Isaías 5:19).
En momentos de crisis, como, por ejemplo, esta pandemia que estamos viviendo, existen muchos que aseguran que las oraciones y los ayunos no sirven de nada, pues la ciencia será la única que pondrá solución al problema. Cuánta indiferencia hacia el Creador, y su poder, como si los científicos no estuvieran sujetos a los elevados designios de Dios.
Por otra parte, intuyo que Dios ya se está cansando de la forma desvergonzada en que el hombre natural distorsiona sus verdades, profesando una fe falsa, pensando que lo hace con mucha espiritualidad. Su paciencia es inmensa, pero es de necios pensar, que porque Él guarda silencio, significa que apoya tales acciones y no hará nada a favor de la verdad y de la justicia.
Las parrandas, las borracheras, las jaranas, como ejemplo, son vistas como algo normal, y si Dios reprochara a los amigos de tales cuestiones diciéndoles: “ustedes han hecho cosas terribles contra mí”, responderían con preguntas como: ¿qué quieres decir?, ¿qué hemos hecho contra ti? (Malaquías 3:13)
La respuesta que Dios espera es de reverencia, humildad, justicia, verdad y mansedumbre. Pero los que no creen responden con más miseria a su miseria, que no es otra cosa que la suma de más pecados a su gran cúmulo de transgresiones.
En los diarios se publican con regularidad anuncios de astrólogos y adivinadores del futuro, y si son tan recurrentes, es porque la gente cree en ellos. Los políticos que juran mentira todo el tiempo y todos quienes los siguen; y los empresarios que defraudan en su salario a los empleados evitando pagarles lo justo. Y los que mienten, roban y adulteran, así como los falsificadores, y los que se aprovechan de los pobres.
Todos estos, que no temen a Dios, serán llevados a juicio, y probablemente preguntarán: ¿En qué te hemos defraudado, Señor? Si hemos actuado siempre con justicia y bajo la verdad, ¿acaso tú no eres un Dios de justicia? (Malaquías 3:5).
Saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen todas esas cosas merecen morir; pero ellos igual las hacen. Peor aún, incitan a otros a que también las hagan (Romanos 1:32).
Ante tanto escepticismo reinante oigamos lo que dice el Señor y creamos a su Palabra, pues malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón de Dios (Jeremías 17:5).
Estemos muy atentos, pues es necesario recordar que está escrito, que en los últimos días, vendrán burladores que se reirán de la verdad y seguirán sus propios deseos (2 Pedro 3:3), haciendo creer a muchos, que tal comportamiento es el mejor por ser completamente acertado.
Jesucristo volverá repentina e inesperadamente, y será un Juez justo. pero consumidor, para todos los impíos. Pero incluso en ese momento demostrarán su hipocresía, fingiendo que estaban esperando su venida, mientras que en realidad lo único que hacen es no dejar de negarlo.
Pidámosle a Dios, que bendiga con su gracia a todos los incrédulos. Oremos por ellos. Y no bajemos la guardia para evangelizar.
Les deseo un día bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.