Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. Colosenses 3:8 RVR1960
Queridos amigos, sigamos apuntando a las cosas de arriba, alejándonos de las pasiones engañosas que a la mayoría de nosotros nos dominan.
La ira es un sentimiento de enojo o enfado muy grande normalmente acompañado de violencia. ¿Nos recordamos en momentos de querer destruir todo? Familiar, verdad? Realizando el análisis en frío nos damos cuenta que la ira es altamente nociva, sin embargo en caliente nadie, sino Dios, nos puede calmar. Alejémonos de la ira.
El enojo es un sentimiento de mala disposición y disgusto hacia alguien o algo causado por algo que contraría o perjudica, por ejemplo por falta de obediencia, de respeto o de cumplimiento de obligaciones. Es un sentimiento que nos acarrea a otros sentimientos que horadan nuestra alma, como el desprecio, la falta de perdón, el odio, entre otros. ¿Tiene razón Dios en pedirnos que dejemos el enojo de lado?
La malicia es una intención encubierta con la que se hace o se dice una cosa para beneficiarse o para perjudicar en algo. Dios nos exige alejarnos hasta de las cosas supuestamente sutiles que nos llevan a hacer el mal.
La blasfemia es una expresión muy injuriosa que se utiliza en contra de Dios y sus cosas sagradas. Estemos atentos a no ser blasfemos, leamos la palabra de Dios para tener discernimiento.
La honestidad es el valor de decir la verdad, ser decente, recatado, justo y honrado. Guardémonos de no mentir, seamos decentes y recatados en todo. Sigamos la justicia de Dios, siendo honrados en todo lo que hagamos. Comencemos por no decir palabras deshonestas, mejor cerremos nuestras bocas antes de hablar lo indebido.
Dios por favor guarda nuestros corazones para anhelar vivir como Tú quieres. Amen.
Que tengan un día bendecido.