Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirigen: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, Hebreos 12:5 NVI
Queridos amigos, las ideas de cómo se debe llevar adelante la educación de los hijos están hoy más alejadas de la verdad de Dios, que en todos los tiempos.
La psicología moderna tiene buena parte en este desenfoque. Es curioso observar cómo la gente que se dice pensante, actúa como ganado cuando de seguir las tendencias se trata. Basta observar un pequeño ejemplo de las consecuencias de no seguir la verdad; los profesores han perdido toda autoridad en los colegios, los alumnos pueden decirles lo que quieran, pues están bajo la protección de sus padres, y ay de que a un profesor “se le vaya la mano” en su afán disciplinario.
La mayoría de los padres de hoy están de acuerdo con que el castigo físico es un abuso (también de índole emocional), que no se debe permitir. Y es cierto cuando el castigo físico se convierte en abuso, desvirtuando su carácter disciplinario.
La Biblia se contrapone a este concepto partiendo del principio de que el corazón de los jóvenes suele ser necio. Una buena solución es el uso oportuno de la vara, que corrige y endereza al joven necio (Proverbios 22:15), por supuesto que es un deber de los padres reflexionar, exhortar y reprender a sus hijos.
La Palabra no pone mucha opción ante la disciplina con la vara, pues dice claramente: No rehuses corregir al muchacho (necio o con poco discernimiento); No dejes de disciplinar al joven (necio), que de unos cuantos azotes no se morirá (Proverbios 23:13).
El dolor suele ablandar el corazón y abre una gran puerta para la reflexión. Los padres después de usar la vara, no deben esperar demasiado para hacer entender a sus hijos el motivo de pecado por el cual están siendo disciplinados, además de hablarles con y en amor para que comprendan, que no es una reacción a causa de la ira
Estos pasajes bíblicos son causa de discusiones acaloradas. La respuesta común es que sólo es una opinión condicionada por aspectos culturales de otros tiempos, que nada tienen que ver con los actuales. En otras palabras, se trataría de una práctica violenta como muchas otras ejercidas en la antigüedad, que son intolerables para esta era.
Es imprescindible entender que las opiniones culturales no influencian el contenido de la Biblia, pues es inspirada por Dios y su contenido es atemporal o para cualquier tiempo antes, ahora y en la eternidad, para toda cultura y raza. Afirmar que la Biblia es un libro obsoleto es aberrante.
Para entender el concepto de “vara”, cabe analizar otros principios bíblicos que lo acompañan. Dios no quiere que los padres exasperen a sus hijos, también dice que no sean demasiado exigentes y que no los irriten para no desanimarlos, pero que los críen con disciplina sujetos a Su consejo (Efesios 6:4 y Colosenses 3:21).
Antes que el castigo físico están la reflexión y la exhortación, pues Proverbios 8:33 dice: escuchen mi instrucción (reprensión) y sean sabios, no la menosprecien pasándola por alto. La reprensión aprovecha al entendido, más que cien azotes al necio (Proverbios 17:10). Pero un varazo con amor en el momento oportuno, suele ser la mejor medicina.
No es muy difícil discernir, especialmente cuando se conoce la Palabra (por lo tanto, comprométete de todo corazón a cumplir estas palabras que te doy. Átalas a tus manos y llévalas sobre la frente para recordarlas. Deuteronomio 11:18), si la actitud de un hijo es necia.
El cómo actuar, está expresado en la Biblia. El dicho es sabio cuando dice que es mejor prevenir que curar; en ese sentido se puede hablar de una disciplina “preventiva”, es decir hablarles a los hijos sobre lo bueno y lo malo, como dice en Deuteronomio 11:19: Enséñalas (las cosas buenas) a tus hijos. Habla de ellas en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
Observamos que la autoridad de los padres no se suscribe sólo al castigo físico, pues depende de las circunstancias y del carácter de cada hijo y abarca las formas de disciplina que sean necesarias. No se debería dudar en recurrir a la vara cuando otros métodos de disciplina no fueron efectivos, aunque tampoco se debería descuidar la vara oportuna. La necedad es una condición mucho más compleja que el mero capricho de los jóvenes.
Cualquier tipo de disciplina, incluida la de la vara, debe ser administrada con amor y sabiduría, porque ese es el principio de la disciplina según Dios. El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige (Proverbios 13:24).
El amor de los padres terrenales ha de emular el amor de Dios por sus hijos, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo. Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina? (Hebreos 12:6-7).
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.