Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo Gálatas 5:14 RVR1960
Queridos amigos, para la mayor parte de las personas es muy difícil conformarse a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo.
También les resulta complicado alinearse a la doctrina que es conforme a la piedad, es decir la doctrina que está inmersa en el Evangelio. La cual está lejos de consentir cualquier pecado, incluyendo el más pequeño posible. Esta doctrina nos pone en la obligación imperiosa de evitar y vencer el pecado.
Quien no sigue la sana doctrina sencillamente no sabe nada, porque desea seguir lo que su corazón entenebrecido le hace creer que es bueno. De ahí nacen las contiendas y los pleitos necios, las envidias y las sospechas negativas, las blasfemias y las consecuencias que todo esto acarrea.
En otras palabras, cuando el amor de Cristo está ausente en nosotros empezamos a ver solo lo malo en las personas, nos es fácil encontrar sus faltas. Nos convertimos en “casi verdugos” por nuestra actitud de crítica negativa.
Ya en el Antiguo Testamento estaba escrito el precepto de no vengarse y de no guardar rencor sino de amar al prójimo como a si mismo (Levítico 19:18). En épocas antiguas y también en aquellas más modernas existía una sumisión al legalismo, es decir al estricto cumplimiento de la ley, la cual se manifestaba como muy opresiva, una suerte de esclavitud. Jesús dijo que la sumisión al amor era suficiente para cumplir la ley y para salir de su tremenda opresión.
Estamos hablando del segundo mandamiento citado por Jesús en Marcos 12:28-31, siendo el primer mandamiento el de amar a Dios en primer lugar y con todo lo que uno tiene para amar, como ser los pensamientos, el alma, el corazón y las fuerzas (Deuteronomio 6:5).
El amor significa no desear mal a tu prójimo, nadie se desea mal a sí mismo, porque se ama, de la misma manera se ha de amar al prójimo. El cristiano puede y debe vivir sin desear el mal a nadie, porque es salvo por gracia. Sin tener mérito alguno recibe la bendición de salvación y al Espíritu de Dios, para vivir en Su amor.
Pongámonos en contra del pecado todos los creyentes de forma unánime, todos con el mismo corazón y la misma alma para que el Dios de gracia nos apruebe y nos bendiga con el Espíritu del amor, manteniendo todo espíritu maligno alejado para una vida de piedad.
Les deseo un día muy bendecido.