Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec. Salmos 110:4 RVR1960
Queridos amigos, no dejo de sorprenderme al encontrar la presencia de Jesucristo de manera evidente y constante mientras leo el Antiguo Testamento.
El rey David escribe sobre el Mesías en este corto pero contundente versículo del Salmo, realza su real sacerdocio como EL Ministro de Dios para los creyentes, de la misma manera realza en el capítulo su condición de Rey de reyes.
¿Podemos imaginar algo más fuerte que un juramento divino? Es algo definitivo de lo cual Dios no se retractará jamás ni se arrepentirá, es una tremenda decisión que queda hecha para la eternidad. Aunque toda profecía que viene de Dios se cumple, un juramento suyo es inamovible, imposible de cambiar, determinante y concluyente para siempre.
En la Biblia vemos que Melquisedec, cuyo nombre significa “rey de justicia”, fue uno de los reyes de Salem y sacerdote del Dios Altísimo (Génesis 14:18-20). En cierta manera se le ve como a una persona misteriosa, porque apareció repentinamente cuando Abram (no había recibido todavía el nombre de Abraham por parte del Señor) volvía de haber vencido a Quedorlaomer. Ofreció pan y vino a Abram y le bendijo, desapareciendo de la misma manera como había aparecido.
Con la aparición de Melquisedec se evidencia que habían otras personas, además de Abram y su familia, que eran adoradoras del Dios Altísimo. En ese sentido Abram le ofreció el diezmo de todo, reconocía de esa manera a Melquisedec como un sacerdote con un rango espiritual más alto al que él tenía.
Se puede ver a Melquisedec como un “tipo” de Cristo, en el libro de Hebreos tanto él como el Señor Jesucristo son considerados reyes de justicia y de paz (Hebreos 7:1-2). Por tanto el sacerdocio de Melquisedec es único en su tipo, demostrando de esa manera que se trata de un sacerdocio superior al de los levitas y al sacerdocio de Aaron. En consecuencia el nuevo sacerdocio de Jesucristo es superior a cualquier otro.
A través de la inspiración del Espíritu Santo David escribió que Cristo no solo sería Rey de reyes sino también Sacerdote. Como sacerdote Él es el mediador entre Dios y el hombre y también es el Abogado defensor de los pecadores para con el Padre. Jesucristo es el Redentor que salva a los que en Él creen.
¿Estamos dispuestos a reconocerle como nuestro sumo Sacerdote y dejarle reinar en nuestras vidas como nuestro único Rey? Si es así, debemos estar dispuestos a separarnos del mundo y a vivir en obediencia a sus mandamientos, ordenanzas y preceptos.
Debemos estar dispuestos a confiar en su obra salvadora y en sus promesas, buscando la santidad, viviendo alejados del pecado; y si pecamos a abrirle nuestro corazón en arrepentimiento genuino. Si así deseamos vivir, es porque Su cruz se ha hecho efectiva sobre nuestras vidas y somos salvos.
Les deseo un día muy bendecido.