El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritus. Juan 3:8
Queridos amigos, para mí no deja de ser sorprendente la exactitud que casi siempre tienen los sistemas modernos de pronóstico del clima.
En mi celular viene una app por defecto que se llama clima, la cual utilizo de manera regular, especialmente cuando voy a viajar, porque he podido constatar su precisión y gran utilidad.
¿Será que los meteorólogos de hoy están en condiciones de establecer la procedencia y destino del viento espiritual del que habla Jesús?
Por tratarse de una pregunta retórica todos sabemos la respuesta, que es NO.
Para nosotros, en nuestro conocimiento, el viento sopla de donde quiere, sin embargo, en el conocimiento de Dios, sopla de donde Dios quiere, Él es quien dirige todas las cosas.
Se trata de una analogía para expresar que el Espíritu Santo toca a quien quiere, cuándo quiere, dónde quiere y cómo quiere.
Es Dios mismo obrando en su plena soberanía, haciendo lo que le place, cuándo le place, cómo le place y con quién le place.
La palabra griega que se usa en este contexto es pneuma que significa viento y también espíritu, casualmente o no, en el hebreo la palabra rúaj también tiene las dos mismas acepciones.
Así como no sabes nada del viento, tampoco sabes nada del Espíritu, oyes el sonido del viento y ves cómo se mueven las hojas, pero nada más, de la misma manera no sabes cómo obra el Espíritu, pero ves sus efectos en las personas convertidas.
El discernimiento humano no es suficiente para entender el accionar de Dios, por eso las escrituras mencionan que las cosas del Espíritu de Dios son locura para el hombre natural.
Ninguno de nosotros es capaz de controlar su nacimiento físico, de la misma manera tampoco podemos controlar o lograr nacer espiritualmente. Se trata solo y únicamente de la obra soberana de Dios, es el regalo de la gracia que el Padre decide dar a través del Espíritu Santo.
El nacido de nuevo se llama nacido del Espíritu, porque a través del poder del Espíritu Santo el espíritu del hombre muerto en delitos y pecados es regenerado a vida nueva.
A partir de que hemos sido regenerados en espíritu podemos decir con toda libertad que estamos en Cristo. Somos nuevas criaturas porque todo lo anterior pasó y ahora iniciamos una vida radicalmente distinta a la pasada (2 Corintios 5:17).
Por lo tanto, para poder decir que uno es nacido de nuevo se tienen que ver cambios importantes en la forma de vivir.
El nacido de nuevo tiene un gran anhelo de vivir alejado del pecado porque el Espíritu Santo está obrando sobre él convenciéndole de pecado y cuando peca le duele como nunca antes sintió.
Les deseo un día muy bendecido.