Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Hebreos 13:20-21 RVR1960
Queridos amigos, en nuestro diario vivir venimos siendo medidos en diferentes áreas para determinar nuestras aptitudes.
Comenzando por salir bachilleres y estar aptos para la universidad, pasando cursos de conducción para estar aptos para conducir, terminar la universidad para estar aptos profesionalmente y así sucesivamente.
Vemos que debemos ir cumpliendo diversos requisitos para ir habilitándonos en los variados ámbitos de la vida.
Sin embargo, para lograr la vida eterna nosotros no tenemos que cumplir ningún requisito, porque el Dios de paz es quien nos hace aptos.
Fue el divino Creador quien «tuvo que cumplir» con el requisito de enviar a su único hijo a morir en la cruz por nuestra maldad.
Fue Jesucristo que con el derramamiento de su preciosa sangre en la cruz, nos dio la oportunidad de ser declarados justos, es decir limpios de pecado.
Jesucristo, el gran pastor las ovejas, consumó el gran acto de cargar todo el pecado de la humanidad sobre sí mismo.
Murió y fue resucitado de los muertos al tercer día por obra del Dios Padre.
La sangre derramada de Cristo Jesús es señal del pacto eterno, que fue hecho a través de su sacrificio.
Reconozcámonos pecadores y arrepintámonos genuinamente para que la cruz de Cristo se haga efectiva en nuestras vidas y podamos ser perdonados por la gracia del Padre Celestial.
Misericordia es no recibir lo que merecemos y gracia es recibir lo que no merecemos.
Para nacer a una vida nueva recibimos el don de la fe, y el Espíritu Santo viene a morar en el nacido de nuevo, a través de Él empezamos a ser capacitados para vivir en obediencia, es decir comenzar a hacer la voluntad De Dios, el bien llamado camino en santidad.
Una semilla de amor hacia Dios es sembrada en nuestros corazones y empezamos a anhelar vivir para su gloria, lo cual es agradable delante de Él. Empezamos a ser capacitados para buenas obras.
Eso significa que estamos sujetos a la decisión soberana de Dios para empezar una vida en la fe cristiana, sólo Él nos hace aptos.
Es mi deseo que se paren un momentito a pensar en el significado de la gracia de Dios para nuestra existencia.
Reciban muchas bendiciones.
Deseo aclarar que Dios actúa soberanamente, por lo tanto el no tenía que hacer nada para nuestra salvación, a pesar de ello primó su soberana misericordia. Por eso puse entre comillas «tuvo que cumplir».