No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Juan 15:16 RVR1960
Queridos amigos, existe un adjetivo que en círculos de más jóvenes parece estar de moda: «patético». Creo que muchos lo utilizan de manera inadecuada o sin saber exactamente lo que significa.
Patético se utiliza para referirse a algo que es capaz de mover y agitar el ánimo, porque conmueve e impresiona mucho, está especialmente relacionado con tristeza y dolor.
Observar cómo muchas personas llevan adelante un cristianismo equivocado mueve y agita mi ánimo, me conmueve e impresiona y me pone triste, sintiendo dolor por ellos, en eso se resume el adjetivo patético.
Es patético ver como muchos suponen que tomaron la iniciativa de elegir el cristianismo (como una alternativa entre varias opciones) y que también eligieron a Cristo y que como consecuencia todo lo que pidan en Su nombre el Padre se los dará.
Somos elegidos por Dios, indiferentemente si creemos que va por gracia irresistible o si tomamos la decisión de decir «sí» a su llamado. En este punto debemos recordar la maquinación de Satanás sobre el sectarismo (mi publicación en FB del domingo 12/03/2017).
La Palabra enseña que nadie busca a Dios (Romanos 3:11), lo cual tiene como consecuencia que nadie escoge al Dios verdadero de la Biblia. El argumento que el apóstol Pablo esgrime es que el humano tiene tal maldad inherente por su condición caída y es pecador porque vive en la carne y está tan dominado por el mundo, que no tiene ninguna intención de buscar lo bueno, porque no lo entiende y le repele porque su carne se resiste. La definición de maldad inherente del hombre se usa en términos espirituales, no debe interpretarse que el hombre es tan malo como pudiera ser, porque es evidente que muestra muchos actos de bondad.
Un par de ejemplos nos ayudarán a entender mejor, está de moda ser gay y el mundo lo ve como una alternativa más de vida y la tolera, el que está con Dios no puede tolerar que se vaya en contra de Su Palabra.
Dios nos dice que el sexo está reservado para el matrimonio exclusivamente, sin embargo el mundo enseña que es mejor tener por lo menos algo de experiencia en ese campo, es más, quien se guarda sexualmente es visto como un santurrón y pechoño.
En ambos casos lo bueno, que viene de Dios, es rechazado por quienes dicen que no hay que exagerar. De esa manera existen muchos otros ejemplos que nos ayudan a sustentar el dicho de Pablo que no hay quien busque a Dios.
Concluimos que para que alguien quiera buscar a Dios, debe haber sido buscando por Él primero. Existen varios versículos sobre buscar a Dios (Mateo 6:33, Deuteronomio 4:29, Salmo 14:2, Salmo 63:1) sin embargo es imprescindible tener el don de la fe para encontrarle y ese don también viene de Él y no es de nosotros (Efesios 2:8).
Sin el accionar de Dios no podemos creer en Él, somos escogidos por Él, nos regala la gracia salvadora, nos otorga el don de fe salvadora para que podamos creer en Cristo Jesús, nos manda a su Espíritu para regenerarnos en espíritu y convencernos de pecado y así sucesivamente todo es obra solo y únicamente Suya, de Él es toda la gloria.
Si como creyentes damos frutos cristianos es porque Él nos eligió primero y porque Él nos capacita para dar fruto y llevar el fruto para salvación, el Evangelio, a otros. Él fue quien primero derramó su amor sobre nosotros y si Él no nos mantuviera en ese amor, con seguridad que por nuestra propia fuerza no permaneceríamos en ese amor por mucho tiempo.
Un discípulo jamás se animaría a exigir algo a Dios, menos le reprocharía por no dárselo y mucho menos se enojaría con Él. La oración del discípulo es un ruego humilde, un pedido en sumisión, llevado a cabo en mansedumbre, velando por no pedir nada que exceda los límites de la obediencia exigida por Dios. El discípulo sabe que su Señor a pesar de ser omnipotente y que le podría dar absolutamente cualquier cosa, es también soberano y perfecto. Además, tiene conocimiento que la Palabra enseña que nadie sabe pedir como conviene y que es el Espíritu de Dios quien intercede por él y pide con gemidos indecibles lo que verdaderamente necesita.
Exhorto a los que suponen que por declarar con la boca que Cristo es su Señor, están habilitados para pedir lo que sea al Dios Padre, a que examinen su corazón (2 Corintios 13:5) y verifiquen si no se hace necesario arrepentirse y convertirse.
Les deseo un día extraordinario acompañados de las bendiciones de Jesucristo.