De Jehová son los pasos del hombre; ¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino? Proverbios 20:24 RVR1960
Queridos amigos, en ciertos círculos cristianos se tiene una especie de obsesión por encontrar el propósito individual en este mundo.
Responder a la pregunta “¿a qué he venido a este mundo?” parece ser más imprescindible para estos cristianos que para los filósofos. Me hacen recuerdo a muchachos de último año de colegio tratando de descifrar lo que desean hacer el resto de su vida.
La creación entera a sido hecha para la gloria de Dios, y se supone que el hombre debe vivir para la gloria de su Creador. Ese es el propósito que todos deberíamos tener. Sin embargo, lo que debería ser universal, se reduce a los nacidos de nuevo, quiénes verdaderamente anhelan vivir para Su gloria. Al final de los tiempos todos reconocerán a Jesucristo como el Señor de señores y seguramente intentarán reaccionar, para entonces será demasiado tarde.
La conclusión lógica al versículo es, que si los pasos del hombre son de Dios, todo está en manos de su Creador, lo cual es completamente cierto. Nos encontramos ante un Dios soberano que sabe exactamente lo que quiere, dónde, cómo y cuándo lo quiere. Como consecuencia queda la gran pregunta ¿entonces el hombre no entiende qué hacer, no sabe hacia dónde dirigir su vida?
La realidad es que sin la dirección de Dios el hombre está en el camino equivocado. Quien no entiende esta verdad, tampoco sabe hacia donde dirigir sus pasos. Todo camino que no es de Dios, por más fascinante y atractivo que sea, lleva a un único fin, la perdición definitiva y eterna.
Esto nos conduce a tocar el tema de la providencia de Dios. Providencia significa ver por anticipado, Dios ve todo antes que ocurra. El efecto es que Él es soberano sobre todos los sucesos de este mundo.
Se pueden observar tres posturas diferentes sobre la providencia de Dios. La primera se puede comparar a un marcapasos al cual Dios le pone energía y éste comienza a funcionar, el resto de órganos del cuerpo son las causas secundarias, que funcionan a partir de los latidos del corazón. Dios estaría observando cómo funciona el cuerpo sin intervenir en nada más. Esto significaría que Él observa lo que ocurre en el mundo una vez puesto en marcha, dejando que todo tome su propio curso de forma independiente.
La segunda posición es aquella que afirma que no hay causas secundarias, todo está en manos de Dios. Él sería el precursor de todo, ni la caída de una hoja estaría fuera de su influencia. Si decido tomar sopa en vez de comer ensalada en realidad no es mi elección, sino la de Él. En este caso se le podría echar la culpa a Dios de los sucesos desagradables de la vida.
Finalmente está la tercera postura bíblica, que rechaza las dos anteriores posiciones. Dios es Creador de todo (y todos), así como de la causalidad secundaria de las cosas. Él permite que tomemos nuestras decisiones haciendo nuestra propia voluntad, además es atributo del hombre equivocarse o hacer lo correcto.
Sin embargo, Dios no deja de lado su plena soberanía cuando Él considera necesaria su intervención. Él puede obrar a través de causas secundarias para hacer su voluntad y también tiene el poder para actuar directamente, cuando así lo quiere.
Dios no se la pasa castigando los pecados de los hombres, pero en su soberanía puede castigar con la muerte el pecado. Tenemos el ejemplo de Ananías y Safira en el libro de los Hechos. Podemos rechazar a Dios, y probablemente no pase nada. Pero es mejor acercarse a Él, leer su Palabra y llegar a conocerle, para caminar por sendas de Verdad alumbradas por Su Luz.
Mi gran anhelo es que todos entendamos nuestro camino. Les deseo un día bendecido.