Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Romanos 14:1 RVR1960
Queridos amigos, he vivido en carne propia el haber hecho de mis opiniones una verdad casi incuestionable hasta el momento en que conocí a Cristo.
Pero fue un proceso, pues no sucedió de manera inmediata. Como todo nacido de nuevo fui débil en la fe, pero mi carácter y un celo especial que había nacido en mi me impulsaban a querer “imponer” las doctrinas cristianas, que venía conociendo, a quien se cruzara en mi camino.
Esto me llevó a discusiones, a algunas decepciones y a varios malentendidos, cuyo resultado casi siempre era poco cristiano. En la medida en que me fui desarrollando espiritualmente aprendí, que es mejor callar y escuchar con paciencia, incluso si la ignorancia o intransigencia del interlocutor es patente.
Tengo varios años de ser cristiano, pero considero que sigo siendo débil en la fe en algunos aspectos, especialmente cuando no tengo la entereza suficiente para no caer en pecado. Llego a la conclusión de que soy fuerte en algunos aspectos y todavía muy débil en otros.
Cuando el apóstol Pablo hablaba de débiles en la fe, se refería probablemente a creyentes genuinos con fe en Cristo, que estaban en proceso de maduración espiritual. Aunque “débil” posee una connotación peyorativa, no considero que Pablo la haya usado en ese sentido, simplemente buscaba diferenciar a un grupo de otro.
Si procedían de la tradición judía, era probable que todavía no hubiesen descubierto lo que la libertad en Cristo representa, pues continuaban viviendo bajo legalismos. Por ejemplo, estaban convencidos de no poder comer de todo, en tanto, que Jesús manifestó que lo que contamina al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella (Mateo 15:11).
De similar manera, existen las personas convertidas, que proceden de abstracción pseudo cristiana, en cuyas congregaciones impera el legalismo o el liberalismo, entonces ven al cristianismo bajo los conceptos errados aprendidos y, por tanto, cuesta sacarlos de dicho encierro, hablando como humanos, pues para el Espíritu nada es imposible.
Otros consideran la libertad cristiana motivo de ciertas liberalidades, pues no ven peligro en algunos comportamientos, considerándolos como inocentes, porque, según ellos, no tendrían por qué estar en contra del Evangelio. Estos creyentes suelen ser de abstracción más liberal y ven a Jesús más como un amigo, que como su Señor.
Otra opción para alguien débil en la fe es su falta de completa comprensión del alcance de la gracia, pues quiere hacer cosas y renunciar a otras por Dios, sin tomar en cuenta lo que Cristo ya hizo por él. Por ejemplo, éste tipo de gente suele venir de una tradición católica arraigada.
Los débiles en la fe pueden llegar a altercar entre sí, pues el liberal no estará de acuerdo con el punto de vista más estrecho del más conservador y así sucesivamente. Es menester de los más crecidos en la fe orientarlos hacia un comportamiento cristiano sin herirlos ni despreciarlos.
Es importante tener en claro, que hasta entre cristianos crecidos en la fe existen diferencias, no por nada existen tantas denominaciones. Lo relevante es concentrarse en las doctrinas centrales, porque lo secundario y terciario suelen ser los mayores puntos de discrepancia y discusión. Considero que los intentos por generar unanimidad completa serán humanamente poco efectivos hasta que llegue nuestro Señor Jesucristo en su segunda venida.
A pesar de ello, es deber de los fuertes buscar la unión de la Iglesia, ojalá tan unánime como lo estuvieron los creyentes descritos en el libro de los Hechos (Hechos 2:46 – 47) o como manifestó el mismo apóstol en Filipenses 2:1 – 2.
Los crecidos en la fe tienen el deber de amar a sus hermanos “débiles”, evitando el enojo con ellos, el exponerlos al ridículo, y el desprecio ante todo. Si un hermano “fuerte” tiene dicha actitud, definitivamente no es tan fuerte, pues está cayendo en orgullo, considerándose superior.
Si Dios escoge al débil e ignorante, ¿estamos en condiciones de cuestionar a Dios sobre su elección? Si nos ponemos a juzgar, empezamos a ponernos en la posición de Dios usurpándole su lugar…
Puede que algún hermano crecido crea no tener problemas de conciencia ante sus actitudes con los débiles en la fe, pero eso nunca será suficiente, si no está validado por la Palabra de Dios. Cuando la conciencia no está completamente en paz, es una señal de que algo está mal. Cuidémonos de no actuar en contra de nuestra conciencia, evitando contiendas por opiniones.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.