Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Mateo 21:28-31 RVR1960
Queridos amigos, la obediencia cristiana es la acción de acatar la voluntad de Dios, de lo que establece Su ley.
El hombre natural rechaza y se resiste a ser obediente a los preceptos de Dios porque van en contra de las enseñanzas del mundo que él concibe como correctas y por tanto aceptables.
Todos vivimos una rebeldía abierta contra Dios hasta que Él obra con su bendición de gracia y otorga el don de fe para poder creer en el Señorío de Jesucristo. Al confesar con la boca y creer en el corazón que Cristo es el Señor (Romanos 10:9), se debe asumir el rol de siervo y por tanto se tiene el deber de servir al Señor.
El siervo de Cristo es una persona enteramente entregada a Su servicio y dentro del esquema de servidumbre está hacer la voluntad del amo, por lo tanto es preciso contar con una alta dosis de obediencia y una plena actitud de servicio.
Al momento de exponer la parábola de los dos hijos Jesús se encontraba ante los sacerdotes y ancianos, quienes no reconocían su autoridad porque su entendimiento estaba velado.
Jesús conocía sus corazones a la perfección, así como conoce los corazones de todos. Estos dirigentes religiosos se vanagloriaban de ser obedientes a Dios, sin embargo su obediencia era solo de boca para afuera, porque no la ponían en práctica de acuerdo a las exigencias de Jesucristo.
Observamos que estás personas a pesar de tener una apariencia piadosa eran imperfectas, tanto como los publicanos (cobradores de impuestos) y las rameras mencionadas en el versículo, que externamente eran todo lo contrario de ser piadosas.
Es frecuente ver cómo los osados rebeldes son llevados a los pies de Cristo en genuino arrepentimiento, mientras que los religiosos hipócritas tienen el corazón endurecido por el orgullo y no pueden o quieren humillarse ante Dios.
Cuánta gente hay que dice creer en Dios, pero que no tiene la menor idea del rol que el verdadero creyente debe desempeñar. Estas son las personas que se precian de ser obedientes y que al final de cuentas solo hacen lo que quieren.
Dios es capaz de convertir hasta al más malo de los malos si así le place. El arrepentimiento genuino para obediencia es el que lleva a finalmente anhelar servir al Señor con toda la mente, con todas las fuerzas, con todo el corazón y con toda el alma.
Les deseo un día hermoso acompañados de nuestro Señor Jesucristo.