Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. 1 Corintios 16:13 RVR1960
Queridos amigos, la situación dentro de la Iglesia de Corinto todavía no había sido resuelta, por lo tanto, había aspectos por desarrollar en los creyentes, pero mientras tanto se hacía imprescindible evitar el retroceso hacia las dificultades anteriores.
La forma de comportamiento sugerida amorosamente por el apóstol Pablo era la de estar vigilantes para identificar cualquier situación inadecuada y de peligro, para poder afrontarla con valentía, pero especialmente con amor.
Los creyentes debemos saber que velar no es optativo, se trata más bien de una obligación ante el Señor. Los peligros para el cristiano están a la orden del día, Satanás es como un león rugiente que quiere devorar al primer creyente que se le cruza en el camino (1 Pedro 5:8). De ahí el deber de estar siempre alerta.
Velar implica no solo estar atentos a no caer en inmoralidad, sino también el estar despiertos para no caer en pecado, viviendo en santidad, sabiendo que el Señor Jesucristo puede llegar cualquier rato.
Pablo esperaba la segunda venida del Señor durante su vida terrenal, lo cual no sucedió. Puede que tampoco suceda durante nuestra vida, pero eso no es óbice para dejar de velar. Es preciso velar ante un hecho tan trascendental de la historia universal, con la segunda venida se dará el fin del mundo, el juicio final y para los creyentes verdaderos la vida eterna junto con Cristo Jesús.
Aquello que motiva y fortalece para estar vigilante es la fe del evangelio, que se puede resumir en la plena confianza en el Señor, porque por fe se sabe con total certeza que Él es fiel y que Sus promesas se cumplirán.
Al estar firme en la fe cualquier vacilación debería ser pasajera para retornar rápidamente al camino angosto, que todo creyente genuino debe recorrer durante su vida terrenal. No obstante, la exhortación de Pablo de estar firmes, es como si los convertidos anduvieran vacilantes y necesitarían desarrollar disciplina. La disciplina en el Señor sumada a la fe permitirá resistir mejor las tentaciones.
El creyente que cuenta con fe verdadera no la abandonará ni renunciará a ella jamás. Pero tiene la potestad de decidir con cuánta intensidad habrá de velar. Puede que prefiera caminar adormilado o que se eche un sueñito de vez en vez o se la pase dormitando. Pablo conocedor de estas posibilidades exhorta a sus hermanos a despertar y mantenerse en vela.
Llama la atención la instrucción de comportarse varonilmente. Una primera opción es que el comportamiento del varón ha de ser sin cobardía, con actitud esforzada y valiente. Por otro lado está la posibilidad de que les esté diciendo compórtense como hombres y no como afeminados, con los afectos que corresponden al sexo femenino.
El varón debe comportarse según los patrones específicos establecidos por Dios, y la mujer de igual manera. Un varón no debe asumir roles ni actitudes que le corresponden a la mujer y viceversa. Se debe respetar la vestimenta y costumbres establecidas para cada sexo. El varón nace y muere en dicha condición, lo mismo para la mujer. Cualquier pensamiento que difiera de dicha línea no es de Dios.
Jesús manifestó que llegaría como ladrón en la noche, pues nadie sabe cuándo y cómo vendrá. Afirmaba que el que vela y guarda su ropa es bienaventurado, porque no saldrá corriendo desnudo, exponiéndose a gran vergüenza (Apocalipsis 16:15).
Es menester mantenerse firmes, recordando la doctrina aprendida (2 Tesalonicenses 2:15). La oración es de gran ayuda para mantenerse firme y la lectura diaria de la Palabra es indispensable para no olvidar y refrescar constantemente las enseñanzas del Señor.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.