La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. Lucas 11:34
Queridos amigos, así como la oscuridad es la ausencia de luz, el mal es la ausencia de Dios.
Somos seres sensuales, es decir que vivimos en función a nuestros sentidos. El perder por ejemplo la vista en general es percibido como algo dramático y sin duda se trata de una gran pérdida. Aunque la Palabra nos enseña que es preferible perder un ojo (sacarlo y echarlo de nosotros) si ese ojo nos fuera ocasión de caer (Mateo18:9).
La lámpara que da luz es normalmente interpretada como la Palabra de Dios, en este caso se está refiriendo a que el ojo es la fuente que da luz al cuerpo.
Si el ojo está bien entra buena luz, si el ojo está enfermo la cantidad de luz que entre dependerá del grado de la enfermedad, hasta la completa ceguera que no permite el ingreso de ninguna luz.
El mayor problema no radica precisamente en lo físico externo, sino más bien en aspectos internos que denotan una naturaleza degradada y corrupta con una falta lamentable de luz. La ausencia de luz no es otra cosa que oscuridad, la cual fluye desde adentro y entenebrece el corazón y el alma.
Esta oscuridad afecta a todo el ser, lleva a un problema de percepción. No es lo mismo ver las cosas bajo una buena luz que tener que palpar a ciegas para determinar de qué se trata.
La máxima visión que la oscuridad puede llevarte a tener es una mera percepción superficial de las cosas que se consigue palpando y eso es lo que esta pasando también hoy en día con la gran mayoría de las personas.
Creen equivocadamente que por llevar adelante una religiosidad superficial ya están cumpliendo con los preceptos necesarios de Dios, los cuales los acercan a Él y por ende también los conducen a la vida eterna.
La sensualidad es la que prima en las supuestas relaciones con Dios, la gente dice que siente lo uno o lo otro, resaltando de manera especial ese amor que Dios tendría para con ellos. La oscuridad les lleva a tener corazones de piedra, que se sensibilizan solo ante las cosas que Dios puede hacer por ellos.
Para estas personas Dios es bueno y amoroso en la medida en que Él vaya satisfaciendo sus demandas egoístas, incluso cuando éstas parecieran altruistas. Apenas perciben que Dios no hizo lo que requerían se enojan con Él porque la falta de luz no les permite ver que lo que Dios hace o deja de hacer es siempre perfecto.
Por el contrario Dios obra bendiciendo a los convertidos verdaderos con corazones de carne que son sensibles a las cosas del cielo. El creyente sostiene una relación espiritual con Dios porque ha sido reventarlo en espíritu y busca vivir en obediencia, haciendo obras que engrandezcan a Dios, para exaltarle, para bendecirle, para alabarle y para vivir para su divina gloria.
Les deseo un día espléndido bajo la bendición de Dios.