Yo dije: Atenderé a mis caminos, Para no pecar con mi lengua; Guardaré mi boca con freno, En tanto que el impío esté delante de mí. Salmos 39:1 RVR1960
Queridos amigos, una vez más el salmista nos lleva por sendas de verdad.
Nos insta a tener cuidado con lo que hacemos. Implica pensar previamente en lo que Dios manda.
Actuar sin pensar no sólo puede llevar a errores garrafales, sino también a desobedecer a Dios, lo cual es mucho más grave en términos espirituales y terrenales.
Refrenar la lengua para no decir nada pecaminoso es también parte de una disciplina.
La lengua es tan pequeña, en relación, como el timón de un gran transatlántico, sin embargo tiene mucho poder al igual que el timón. Si el capitán no es capaz de dominar el timón, el barco estará a la deriva, ni imaginar lo que nos puede pasar a nosotros por no poder dominar nuestro pequeño órgano.
Los que viven sin Dios andan atentos a lo que dice el creyente, vigilan sus palabras y posiblemente las cambian. Es por ello que el creyente debe estar atento a todo lo que sale de su boca, que debe ser bueno y puro, acorde a lo que Jesús enseñó.
El cristiano debe disciplinarse a partir de sus pensamientos, que deberían ser puros y de alabanza. Finalmente su hablar y accionar deben estar alineados estrechamente con sus pensamientos.
Reciban un saludo cristiano con ósculo santo.
Ósculo = beso, es saludo también entre hombres creyentes, valga la aclaración…