Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos. Mejor me es la ley de tu boca Que millares de oro y plata. Salmos 119:71-72 RVR1960
Queridos amigos, cuán extraño suena para el hombre natural el que la humillación tenga algo de bueno.
En realidad una cosa mala y fea que le puede pasar a cualquiera es ser vejado y humillado.
Por otro lado he podido escuchar en diversas situaciones que las personas expresan su sentir, diciendo «a mí nadie me va a humillar» o » no permitas que te humille».
Por lo visto para el común de las personas el ser ofendido en el orgullo no es nada grato.
Entonces, ¿de dónde saca el salmista la peregrina idea de que «bueno es el haber sido humillado»?
Lo menos que Dios desea es un corazón lleno de orgullo, que es un exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos. Dios no quiere que sus hijos se sientan superiores a los demás.
En contraposición se encuentra el corazón del soberbio, que es insensible a Dios porque ama la vida fácil, engaña sin arrebato, no entiende los valores de la verdad de Dios.
Solo a través de la humillación ante Dios podemos desechar nuestro orgullo para darnos cuenta que los méritos no son nuestros sino de Dios y que la gloria es toda de Dios.
Es bueno, entonces, llegar a entender que ante Dios somos nada o menos que nada y que el exceso de estimación que teníamos por nosotros mismos sea cambiado en total estimación por Dios.
Es por eso que la palabra habla de que el creyente debe morir a sí mismo para que el otro viva, eso significa que Dios quiere que dejemos de ponernos en primer lugar y que pongamos a nuestro prójimo en la posición privilegiada.
Bueno es ser convertido en humilde, bueno es bajar la cabeza ante el agravio, bueno es no contender.
A través de la humillación se aprenden los estatutos de Dios, se entiende que Él es primero y que lo que dice su Palabra es lo más precioso que existe.
Dios usa la aflicción de la humillación para el bien de sus hijos, la cual acarrea como consecuencia positiva el deseo firme de querer seguir los mandamientos de Dios y trae como bendición el deleite en los estatutos de Dios, que son más valiosos que todo el oro del mundo.
Quiera Dios poner un corazón humilde en todos nosotros. Que tengan un bonito día.