Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Hebreos 10:37 RVR1960
Queridos amigos, si con paciencia y perseverancia se consiguen grandes cosas en este mundo, imaginemos cómo serán las cosas del mundo venidero para los que con paciencia y perseverancia esperamos la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Normalmente el objetivo de conseguir grandes cosas en el mundo está inseparablemente unido a la búsqueda de riquezas, logros exitosos, satisfacciones de todo tipo y los lujos. La probabilidad que después de haber conseguido los tan anhelados objetivos se genere una decadencia es muy alta.
Como ejemplo de esta dura consecuencia podemos observarla con frecuencia en los nuevos ricos y en sus hijos. Al contrario de lo que se supondría lógico, las comodidades y ventajas consiguen arruinar más vidas, que el pasar por aprietos y por apuros.
La mayoría de los creyentes no suele tener una vida de facilidades, consideró que son más las dificultades del mundo por las que pasan. Por lo cual, se les haría mucho más difícil tener paciencia y mantenerse perseverantes. Sin embargo, su paciencia y perseverancia son más manifiestas que en el resto.
¿Cómo es posible demostrar tal entereza?
Es obra del Espíritu Santo sobre los hijos de Dios, quien los regenera espiritualmente y los guía en su caminar. El convertido vive por fe y para fe (Romanos 1:17), lo cual se traduce en una esperanza firme, que enarbola el estandarte de la seguridad de lo que vendrá, caminando con él siempre por delante.
El apóstol Pablo se comparaba con un atleta (1 Corintios 9:24), el cual tenía claro su objetivo, llegar a la meta como el mejor. De la misma manera la meta final de estar gozoso al lado del Señor inspira de tal manera al creyente, que no escatima esfuerzos en la disciplina del entrenamiento.
La decadencia mundana llega cuando se alcanzó el objetivo. Esto se suscita así porque ya se llegó a la meta final, que solo lleva a terminar en la tumba como el más rico del cementerio y a la muerte eterna sin Dios. En tanto, el cristiano tiene como objetivo la meta fijada en la eternidad y ya se encuentra en el camino hacia la presencia de Jesucristo.
Quienes abandonan su fe por falta de paciencia y perseverancia, es porque nunca tuvieron fe verdadera. Los bendecidos con el don de la fe dependen de la obra de Cristo Jesús en el pasado y viven en la esperanza de lo que el Señor hará en el presente y en el futuro (Romanos 8:12-25).
Jesucristo vendrá muy pronto para terminar todos los sufrimientos de sus seguidores y les entregará la imperecedera corona de vida.
Ya falta poquito para su segunda llegada, mantengámonos firmes y fieles, tenemos la inalterable promesa de que no tardará.
Les deseo un día muy bendecido.