Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 2 Corintios 4:3 RVR1960
Queridos amigos, en una reunión social, rodeado de personas que saboreaban una copa de vino, lancé un comentario sobre el efecto nocivo de las bebidas alcohólicas sobre la salud.
Poco tiempo antes había leído en plena portada de una muy prestigiosa revista médica, que los supuestos beneficios del consumo de alcohol eran superados con creces por sus perjuicios, estrechamente relacionados con el cáncer.
La reacción de los presentes no me sorprendió, pues no oyeron lo que no querían oír, y el relativismo salió a la luz, cuando alguien dijo que nada hay que exagerar. Me llegó a la mente como un mensaje telepático “no exageres con tus palabras y yo no exageraré con el vino”.
Es como si el hombre natural tuviera un velo puesto sobre la cabeza que le obstruye completamente el sentido de la vista. De manera similar, si el Evangelio está encubierto como con un velo, significa que muchos no pueden discernirlo, por tanto, menos pueden verlo y tampoco tienen acceso a él, como resultado éstos muchos no se salvan.
El Evangelio no es difícil de entender y tampoco tiene un carácter esquivo o selectivo, el problema es la ceguera espiritual o ceguera del corazón causada por el dios de este mundo, quien oscurece el corazón de sus víctimas con la búsqueda de prosperidad y éxito, de tal manera, que la luz del Evangelio no llega a iluminar su camino para hacerles visible la verdad.
En el transcurso de las Escrituras Sagradas, los diferentes autores son conscientes de que en este mundo está presente un poder del mal, malévolo y maligno, que tiene nombre conocido, a veces se le llama Satanás, otras el diablo, también se le conoce como el príncipe de este mundo o dios de este siglo.
Los que no pueden aceptar el Evangelio, son aquellos que se han rendido de tal manera al mal que hay en el mundo, que ya no tienen posibilidad de escuchar la invitación de Dios. Se trata de aquellas personas que rechazan el Evangelio por no tener ojos para ver ni oídos para oír. Dios no los ha abandonado o rechazado, sino que ellos mismos, por su propio comportamiento (pecado), han convertido sus sentidos en insensibles a las palabras de Dios y se alejan de Él.
El Evangelio de Cristo hace una revelación gloriosa a la mente y corazón de los hombres, el diablo odia esta revelación, y su objetivo incansable es mantener a los hombres en la ignorancia. Satanás hace cualquier cosa por alejar al hombre natural de la verdad y la luz del Evangelio de Cristo, no escatima esfuerzos para mantener a los que más puede, fuera del alcance del Evangelio e incluso ponerlos en contra.
Para aquellos que se niegan a creer y a aceptar a Jesucristo como su Señor y salvador, el Evangelio deja de ser eficaz para salvación. El rechazo del Evangelio se atribuye a la ceguera voluntaria y a la maldad del corazón humano.
El trabajo efectivo de engaño de Satanás cae sobre los distraídos caminantes del mundo. Una vez convencidos a través de seductoras mentiras ya no tienen discernimiento para darse cuenta de que sus corazones están en tinieblas.
El atractivo del dinero, el poder y el placer entenebrecen las almas de la gente para evitar, a como dé lugar, ver la luz del Evangelio. Todos aquellos que reemplazan una vida con Cristo, prefiriendo una vida mundana y persistiendo en su incredulidad, convierten a Satanás en su dios.
Cristo, por su victoria sobre el pecado y la muerte, ha derrotado definitivamente a Satanás. A pesar de ser un enemigo derrotado, el diablo permanece como un adversario poderoso de Dios en este mundo. Los resultados de la victoria de Cristo todavía no son visiblemente evidentes, solo los creyentes llegan a tener una noción de ellos.
Satanás ofusca la mente de los incrédulos y rebeldes para impedirles ver la verdad, escogiendo estos libremente una vida sin Dios, consiguiendo arrodillarlos delante de él.
El Evangelio ilumina el camino para ver quién es Dios, para revelarlo como el Padre celestial, revelando a Cristo como al Hijo de Dios, recordándonos que Cristo es la luz y la gloria de Dios.
Deseo que Dios se les revele y puedan ver su Evangelio en su plenitud y que el dios de este siglo no consiga poner en tinieblas la luz de Cristo para ustedes.