De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Juan 5:25 RVR1960
Queridos amigos, cuando el Señor Jesucristo venga en su segunda venida tanto vivos como muertos resucitados serán juzgados.
Daniel 12:2 resume los dos destinos que tendrán quienes formaron y todavía formen parte de este mundo: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.” Juan 5:29 complementa: “y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.”
Debemos considerar que después de la muerte física ya no existe posibilidad de salvación; es en esta vida cuando se puede confesar con la boca al Señor Jesús, y creer en el corazón que Dios le levantó de los muertos, para ser salvo (Romanos 10:9).
Jesús expresa contundentemente: es ahora cuando los muertos pueden oír la voz del Hijo de Dios, a través del Evangelio. ¿Cómo es posible que un muerto pueda oír, si sus sentidos están tan muertos como él?
Para esto encontramos la explicación en Lucas 5:59-60: “Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierren a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios.” Muerto en este contexto se refiere a aquellos humanos que están vivos físicamente, pero, que están muertos espiritualmente, es decir, su forma de vida les lleva a estar muertos a causa de sus delitos y pecados (Efesios 2:1).
El que oyere la voz del Cristo pasará de estar muerto a vida nueva, ese es el nuevo nacimiento. Juan 3:3 en adelante describe la visita de Nicodemo al Señor Jesús, quien le enseñó sobre el nuevo nacimiento: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”
Para acercarse a Dios es imprescindible tener vida nueva espiritual, motivo por el cual es necesario nacer del Espíritu. Hay que comprender que la carne no es compatible con el espíritu; mientras no se cuente con un espíritu regenerado a vida nueva no se puede gozar de una relación con Dios, pues Él es un ser espiritual.
La fe llega por oír el Evangelio, y es a través de la fe que se puede creer en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Una vez que se cree en Jesucristo como Señor y salvador, el Espíritu Santo regenera el espíritu del hombre y le levanta para vida nueva, un muerto en espíritu es traído a vida para iniciar una relación con Dios.
Juan 3:18 nos enseña, que el hecho de creer en Jesucristo como Señor y salvador determina ser salvo o no ser condenado, pues Su muerte sustituta se hace eficaz para el creyente de forma tal, que Dios le justifica de su pecado. La parte dura se la lleva quien no cree, pues ya ha sido condenado, su incredulidad le lleva a perdición eterna.
Mi gran anhelo es que la voz de Jesucristo llegue a los corazones de los que están muertos en pecado. Quiera Dios que se arrepientan y se conviertan.