Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable. Eclesiastés 10:1 RVR1960
Queridos amigos, está en la naturaleza de la gente, notar con mayor facilidad los defectos y errores que las virtudes de los demás.
La reputación se construye de a poco y se puede perder de golpe. Escuché decir “me tomó veinticinco años construir mi buena reputación y la perdí en solo cinco minutos”.
Como la mosca que arruina la sopa cuando termina nadando en ella, es el error para el buen prestigio. La opinión positiva que tiene la gente sobre una persona se desploma ante una circunstancia inaceptable, como ser un desacierto.
Los expertos del mundo enseñan que para mantener una buena reputación no hay margen para el error. Se requiere construir y trabajar constantemente, además es necesario ser congruente en todos los aspectos de la vida.
Debe existir un alineamiento entre la apariencia física, el comportamiento, el tipo de comunicación que se utiliza, y sin estar a la vanguardia de la información y los últimos conocimientos no será posible desarrollar integralmente una buena reputación.
Por otra parte está la buena reputación dentro de la Iglesia de Jesucristo. Cuando las actividades estaban saturando a los apóstoles, éstos decidieron nombrar diáconos, para ello buscaron siete hombres de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría (Hechos 6:1-7), es decir hombres con buena reputación cristiana.
En 1 Timoteo 3:2-7 se explican las características que debe tener un líder de la Iglesia. Debe ser irreprensible, no debería haber nada de lo que se le pueda llamar la atención, debe ser fiel a su esposa, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, no dado al alcohol, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa y que los de afuera tengan una buena impresión de él.
Este tipo de personas son temerosas de Dios, sin embargo, por el hecho de seguir viviendo en la carne no pueden dejar de pecar, están sometidos a las mismas pasiones y debilidades que los demás hombres. Cuando su pecado se hace evidente para el resto, sale a relucir como el insecto que termina nadando en el mejor vino.
Si se tratara de una persona común y corriente probablemente no habría mayor consecuencia. Al tratarse de alguien apreciado como honorable, el efecto sobre su reputación puede ser lapidario, no solo por su desliz, sino por la tendencia natural del hombre de acrecentar lo defectuoso.
Un poco de necedad afecta fuertemente a la sabiduría y a la honra. En Gálatas 2:11-14 tenemos un ejemplo de necedad en el apóstol Pedro, quien tuvo que ser reprendido por el apóstol Pablo. Pedro a pesar de saber que estaba equivocado, pero por temor a los otros judíos, evitaba compartir la comida con los gentiles. Incluso Bernabé fue arrastrado por dicho comportamiento hipócrita.
En este caso la mosca que hace heder el perfume, desde la perspectiva judía, era comer con los gentiles. Pedro temía dañar su reputación ante sus pares judíos, esto le llevó a actuar neciamente, cometió una “pequeña locura”.
Hay que ser y parecer, el creyente debe guardarse de todo mal, y esforzarse para que las apariencias no engañen. Mantenerse irreprensible en la propia fuerza es difícil, sin embargo, con el sustento de Dios se hace posible.
No olvidemos que no somos merecedores de nada y solo somos pobres pecadores; la misericordia debe ser la línea de comportamiento ante el pecado del prójimo, antes que abrir los ojos con sorpresa ante la noticia del “¿sabías que…?”. Sin la misericordia de Dios hasta los hombres más irreprensibles quedarían sin aliento, entonces seamos misericordiosos.
Vivamos entregados a Dios, haciendo morir nuestro propio yo para que Cristo viva en nosotros. Recordemos que el principio de la sabiduría es el temor de Dios (Proverbios 1:7). Mientras seamos respetuosos, reverenciemos, admiremos, nos sometamos y obedezcamos a Dios estaremos viviendo una vida de sabiduría, virtud y honor, construyendo la verdadera buena reputación.
Rindámonos en oración y lectura de las Sagradas Escrituras para vivir lo más alejados del pecado que podamos. Que la bendición de Dios nos acompañe.