Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.” Éxodo 32:1 RVR1960
Queridos amigos, conozco mucha gente que dice creer en Dios, pero no duda en darle un pequeño empujón de ayuda cuando considera que Él no está haciendo lo que se requiere.
Este afán se suscita cuando la fe en Dios no está suficientemente arraigada en el corazón, como lo fue en el caso de Sara y Abraham, quienes por impaciencia y falta de confianza empezaron a dudar de la fidelidad de Dios y tuvieron la magnífica idea de usar a Agar, la sierva de Sara, como solución al cumplimiento de la promesa de tener un hijo que Dios le había hecho a Abraham.
También existen creyentes que por sus dudas e inseguridades, a causa de una fe débil, pueden caer en la tentación de querer amoldar a Dios a sus necesidades, pisoteando su gracia y misericordia.
De igual manera se da en aquellos casos donde solo existe fe intelectual en las mentes de aquellos que dicen creer, pero no conocen en el corazón los atributos de veracidad y fidelidad de Dios, entonces también le quieren moldear a su gusto y conveniencia. Esta gente tiene la osadía de escudarse en el amor de Dios para continuar una vida liberal, poniendo a sus ídolos muy por encima de Él.
En el tiempo de Moises existía la peligrosa posibilidad de adorar a ídolos como el becerro de oro. En estos tiempos modernos adorar a la imagen de un animal puede parecer loco y hasta chistoso, sin embargo, la adoración a ídolos se mantiene muy vigente, la diferencia está en que todos aquellos ídolos modernos que se adoran no se toman a chiste como se pudiera hacer con un mono sagrado.
Los idólatras de éstos tiempos se toman muy en serio a ídolos tales como el dinero, los deportes, la vanidad, la ropa y la moda, la cosmética y la estética, el consumismo, el alcohol, la televisión, la comida y el buen vivir, el nuevo culto a los animales, el celular e internet, la pornografía, etc., porque Dios es irrelevante en su cálculo de vida, y si alguno dice “eso no es cierto”, lo cierto es que en ningún caso es su primera prioridad, pues normalmente está presente de relleno para cuando lo necesitan.
La impaciencia unida a la falta de confianza no solo es un mal de estos tiempos, también lo fue en tiempos pasados. Es así que los hebreos evidenciaron un sentido de la más alta impaciencia y falta de confianza al presionarle a Aarón para que les hiciera un becerro de fundición por no querer esperar más el retorno de Moises.
Perdieron la confianza, pues probablemente pensaron que Dios los había abandonado porque durante el tiempo de la ausencia de Moises no vieron ninguna actividad por parte de Él. Recordemos que estaban (mal) acostumbrados a ver actuar a Dios desde la primera plaga que mandó a Egipto.
Todavía tenían paradigmas del modelo egipcio de religión y estaban familiarizados con el culto a becerros, es casi seguro que de ahí naciera la idea de adorar a este tipo de animal, estableciendo de esa manera un culto formal a Jehová al mejor estilo humano. No creo que hubieran olvidado tan rápidamente a Dios, simplemente estaban actuando neciamente, según su propio criterio, poniendo de lado la voluntad del Señor.
El pueblo hebreo estaba acostumbrado a ver los ritos politeístas de los egipcios y de sus vecinos, y como las cosas no iban muy bien, pues, según los israelitas nada pasaba, la duda arreciaba en sus corazones, por tanto, no les fue muy difícil decidir que el Dios invisible no sería su único Dios.
Terminaron por hacer sacrificios a su nueva imagen, los cuales eran abominables a Dios. No muchos días antes habían oído la voz de Dios diciéndoles que no se hicieran imágenes y también habían hecho un pacto para hacer todo lo que Él les había ordenado. No habían creído en su corazón, ese era el gran problema que los llevó a apostatar a través de un acto de terrible sincretismo, pues habían decidido juntar al Dios vivo con un ídolo sin vida, tratando de armonizar dos opuestos, la verdad con la mentira.
Debemos orar para que el Señor fortalezca nuestra confianza en sus promesas. No permitamos que el cansancio de la espera nos conduzca a tentaciones. El Señor tiene sus tiempos y llegará, es preciso esperarle con paciencia y confianza. No perdamos la fe si Él se demora.
Les deseo un día muy bendecido.