¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos. El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende esto.Salmos 92:5-6 RVR1960
Queridos amigos, tuve la oportunidad de conocer muchas obras grandiosas realizadas por la mano del hombre en diferentes lugares del mundo, sin embargo, nada existe que se pueda comparar con las maravillosas obras de Dios, aunque muchos enaltezcan sobremanera las obras humanas, y en muchos casos poniendo en duda lo que Dios puede hacer.
Considero que las dudas de muchos se centran en la gran pregunta: ¿Por qué prosperan los impíos? Los impíos son todos aquellos que no conocen a Dios, y en muchos casos no le quieren conocer, que viven la vida bajo cánones del mundo alejados de la justicia y verdad del Padre celestial.
Por supuesto que esa pregunta en el mundo nadie se la hace, pues todos los mundanos piensan que la prosperidad viene del propio esfuerzo y de la inteligencia individual con un poco de condimento de suerte y de condiciones adecuadas.
A los ojos de muchos las maravillas de Dios son parte de la creación. Hechos tales como el portento de la procreación de seres de una manera tan increíble, o las maravillas como el funcionamiento del cuerpo humano, la construcción de un panal de abejas, el desarrollo de una semilla plantada en la tierra o el volar de los pájaros y así sucesivamente en un sinfín de ejemplos se dan como sobrentendidos.
Pocos son los que no admiten la mano maravillosa de Dios de una manera u otra en la creación, con diversas variantes entremezcladas con el poder de Dios y el evolucionismo, por ejemplo, o con la idea de un universo infinito con un número astronómico de objetos celestes alineados en los más diversos sistemas, soñando con viajes interestelares o con la idea de poblar algún otro planeta.
Todas estas ideas van de la mano de las maravillas del hombre, a quien se atribuyen las capacidades de realizar innumerables portentos solo con su esfuerzo e inteligencia. El hombre fue quien pisó la luna, si en verdad la pisó, el hombre descubrió la ley de la gravedad, si en verdad existe, y la gente sigue a la maravillosa ciencia como corderillos inocentes en temas tales como el calentamiento global o dejar de comer carne por motivos medioambientales sin tener la expresa certeza de la verdad.
Cada vez más la balanza se inclina hacia las maravillas del hombre a pesar del infinito peso de las maravillas de Dios.
En el entorno en que vivo el 99% de personas que conozco pondera los logros humanos, pues hasta ahora no vi en las noticias que se hablara de las maravillas de Dios sino es a través de algún supuesto milagro de alguna estatua que transpira agua bendita o llora sangre.
Los necios e insensatos nada entienden ni saben de las maravillas de Dios. No se trata de gente tonta sino, más bien, de personas inteligentes que no tienen el discernimiento necesario para comprender las cosas del Todopoderoso, porque son pecadores sin arrepentimiento genuino.
Para el creyente las maravillas de Dios son su misericordia sobre misericordia y su gracia sobre gracia. Que cada mañana podamos agradecerle por haber amanecido vivos y que cada noche podamos decirle gracias por haber permitido tener el día que tuvimos. La obra más maravillosa para los convertidos es la redención del pecado para vida eterna. De igual manera están los designios de la providencia de Dios, que quienes por gracia los conocen deben vivir en constante alabanza a la gloria de Dios.
Me pregunto, ¿qué mayor maravilla la de saber y experimentar la fidelidad de Dios a su Palabra y a sus siervos? ¿Qué mayor maravilla que la inmutabilidad de Dios? ¿Qué mayor maravilla que Sus promesas?
Una maravilla se superpone a otra y en verdad no sabría decidir cuál es la mejor o la mayor, pues los pensamientos y propósitos de Dios que subyacen a dichos portentos son demasiado profundos para nuestra limitada comprensión humana, incluso si se trata de convertidos verdaderos, que han dejado atrás la necedad e insensatez por haberles Dios abierto el entendimiento.
Les deseo un día muy bendecido.