Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Mateo 9:36 RVR1960
Queridos amigos, aunque a muchos podría molestarles, considero necesario manifestar que donde hay multitudes reunidas en nombre de la fe suele haber algo “sospechoso”.
Tuve la oportunidad de presenciar la presentación de un predicador famoso, que realizaba curaciones milagrosas, lamentablemente quienes tuvieron la dicha de acercársele y “curarse” fueron solo unos cuantos entre los miles de presentes.
Analizando la doctrina del susodicho, llegué a la conclusión de que no era un convertido genuino y que se trataba de uno más de los tantos falsos maestros, que en nombre de Jesús se estaba llenando los bolsillos. Un pastor de ídolos más, que engañaba a multitudes ignorantes y perdidas, dispuestas a creer cualquier cosa por su estado de miseria.
Conozco a una persona que llevó a su hijo enfermo a uno de estos sanadores “cristianos” milagrosos, el estadio estaba repleto, la curación tuvo efecto supuestamente por dos días, después el enfermo volvió a su condición inicial y sigue así. Se suele argumentar que es por falta de fe. Yo creo más en el poder de la sugestión, sin olvidar que Satanás también puede hacer milagros.
La multitud que seguía a Jesús buscaba milagros, pues no tenía ojos para ver lo esencial e importante, estaban dispuestos a sufrir hambre y las inclemencias del tiempo con tal de conseguir su milagro físico. A pocos les interesaba seguir la fe verdadera.
La ausencia de fe en los enfermes no fue óbice para que Jesús hiciera milagros efectivos, por ejemplo, de los diez leprosos que curó de golpe, sólo uno demostró tener fe verdadera (Lucas 17:11-19). Y en la metafísica también se considera la premisa de si crees con firmeza entonces se cumplirá, vaya patraña.
La sana doctrina no promete milagros ni prosperidad ni sanidad, aunque sí hay un gran y maravilloso milagro: el de la conversión a través de la regeneración espiritual. Qué milagro más puede pedirse, como si la bendición de gracia no fuera suficiente. Dios mismo le dijo al apóstol Pablo bástate mi gracia.
Son las necesidades espirituales las que son cubiertas por el poder del evangelio. Las necesidades físicas fueron cubiertas mientras Jesús ejercía su ministerio y después por los apóstoles a través de diversos milagros. Dios es soberano y puede hacer el milagro que quiera, pero no es la regla de estos tiempos, que a personas les haya sido conferido algún poder para hacer milagros en masa.
Volviendo a la escena multitudinaria. Si Jesús hubiese estado ahí, (es una mera suposición mía, pues no tengo la menor idea de lo que haría Jesús en su condición imprevisible de Dios todopoderoso) probablemente habría tenido compasión de tanta gente en condición de desamparo espiritual.
En general las personas del mundo son como ovejas sin pastor, pues están dispersas y desamparadas espiritualmente. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo (falsos maestros), y se han dispersado (Ezequiel 34:5).
Ningún pastor, es decir líder religioso, reemplaza al verdadero Pastor, el único que conoce y reconoce a sus ovejas. Él es el único que puede guiar a sus ovejas por el camino correcto de la verdad, enseñándoles a evitar los errores de este mundo para tropezar lo menos posible.
Un estadio lleno es como un campo listo para la siega. La cuestión es: ¿qué lleva a las multitudes a reunirse? La gente que seguía a Cristo tenía necesidades físicas que cubrir, de igual manera sucede con aquellos que llenan los grandes lugares públicos, pues no piensan mayormente en sus necesidades espirituales al estar seducidos por las falsas promesas de aquellos que los convocan.
Tanta gente junta es como un campo listo para la cosecha, hay mucho para recoger, pero los obreros disponibles para la cosecha son pocos. Jesucristo instruye a sus discípulos que oren por más obreros, pues la evangelización no es masiva, por eso se necesita de muchos obreros. Hay gente que está lista para entregar su alma a Cristo, y lo hará, apenas haya alguien que les evangelice mostrándoles el camino espiritual de la Verdad.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.