Jerusalén, limpia de maldad tu corazón para que seas salvada. ¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti los pensamientos perversos? Jeremías 4:14 NVI
Queridos amigos, los sucesos vividos en Bolivia, después de la reciente votación para presidente, muy poco sorprenden, pero sí indignan a muchos.
Son épocas de ausencia de estabilidad política y social donde con frecuencia se menciona el nombre de Dios y se recurre a Él en oración para pedirle su intervención divina en la solución de estos dolorosos conflictos.
Muchos de quienes ponen sus deseos de oración y su fe en Dios en estos tiempos revueltos, no son precisamente personas que hayan demostrado una fe estable en el tiempo y recurren al Señor solo cuando las papas queman. Por otro lado están aquellos que decididamente no tienen ni quieren nada que ver con el Creador. Esa es la masa principal de gente entre activa y pasiva que participa de los terribles hechos que se vienen generando.
No está mal defender derechos constitucionales, especialmente si éstos están apegados a la ley del hombre, que no va en contra de la ley de Dios. Sin embargo, la defensa debería realizarse a los pies de Jesucristo, es decir velando por el respeto de sus mandamientos. La pregunta es: ¿quién lo hace?
Son tiempos en los cuales el pecado se hace más evidente, no es que de pronto llega y exacerba los ánimos por la situación, porque nunca dejó ni dejará de estar presente en la vida del hombre. En estos momentos el pecado trae consecuencias políticas, sociales, luego serán económicas y familiares.
Porque en democracia no se elige lo bueno, sino solo la mejor opción de todo lo malo, y los bríos caldeados de las personas que como ovejas siguen aquello que suponen bueno o mejor, los llevan a insultar, desacreditar, maldecir, mentir, odiar, amenazar e incluso agredir físicamente, quizás deseando ver caer muerto a su opositor, sin importar si están del lado de los “buenos” o de los “malos”. Por supuesto que existen muchos de aquellos que se mueven en el marco ético y buscan evitar la agresión y la confrontación, pero si pudiéramos leer sus mentes nos sorprenderíamos. En consecuencia todos pecan.
El estribillo del himno nacional de Bolivia que se está cantando en las calles es interesante desde la perspectiva espiritual: “morir antes que esclavos vivir”. Todos somos esclavos del pecado, y es necesario que muramos para que Cristo viva en nosotros (Gálatas 2:20).
Las palabras del Todopoderoso que se podrían aplicar en estos momentos a la población boliviana son aquellas que expresó el profeta Jeremías al pueblo de Israel 600 años antes de la llegada de Jesucristo, parafraseando sería algo así:
Habitantes de Bolivia, marquen su corazón con la presencia de Jesucristo: Sean obedientes para honrar al Señor, no sea que por la maldad de sus obras mi furor se encienda como el fuego y arda sin que nadie pueda apagarlo (Jeremías 4:4).
Tengan mucho cuidado, pues un desastre llama a otro desastre; todo el país podría quedar devastado. De repente todo puede ser destruido, las casas donde habitan y todo lo que con tanto trabajo consiguieron (Jeremías 4:20).
Porque son un pueblo necio, no me conocen y parece que tampoco me quieren conocer; son ignorantes de las cosas relevantes y no son entendidos de la verdad; se muestran sabios para hacer el mal, pero hacer el bien no saben (Jeremías 4:22).
Entonces pensé: Así es la plebe; siempre actúan como necios, curiosamente se convierten en ciegos seguidores, porque no conocen el camino del Señor ni las demandas de su Dios. Me dirigiré a las cabezas y les hablaré; porque ellos deberían conocer el camino del Señor y las demandas de su Dios. Pero los líderes también se muestran muy necios y ciegos, rechazando la verdad de Dios (Jeremías 5:4-5).
Por lo visto han dejado de temerme —afirma el Señor —. ¿No deberían temblar ante mí? Yo puse la arena como límite del mar, como frontera perpetua e infranqueable. Aunque se agiten sus olas, no podrán prevalecer; aunque bramen, no franquearán esa frontera. Pero este pueblo boliviano tiene un corazón terco y rebelde; se ha descarriado, ha sido infiel (Jeremías 5:22-23).
Algo espantoso y terrible está ocurriendo en este país. Los políticos profieren mentiras, los dirigentes gobiernan a su antojo, ¡y el pueblo tan orgulloso y satisfecho de sí mismo! Pero ¿qué van a hacer ustedes cuando todo haya terminado? (Jeremías 5:30-31).
Curan por encima la herida del pueblo, y les desean: ¡Paz, paz, riquezas, buen vivir!, cuando en realidad no hay paz ni estabilidad ni buenas obras (Jeremías 6:14).
¿Acaso se han avergonzado de la abominación que están cometiendo? ¡No, no se han avergonzado de nada, ni saben siquiera lo que es la vergüenza! Por eso, caerán con los que caigan; cuando los castigue, serán derribados», dice el Señor (Jeremías 6:15).
Por eso, así dice el Señor: Voy a ponerle obstáculos a este pueblo. Padres e hijos tropezarán contra ellos, vecinos y amigos perecerán (Jeremías 6:21). Todos ellos son muy rebeldes, y andan sembrando calumnias; no importa de qué bando sean, todos son unos corruptos (Jeremías 6:28).
He escuchado con suma atención, para ver si alguien habla con rectitud, pero nadie se arrepiente de su maldad; nadie reconoce el mal que ha hecho. Todos siguen su loca carrera, como caballos desbocados durante el combate (Jeremías 8:6).
Tensan su lengua como un arco, listos para disparar sus flechas envenenadas; en el país prevalece la mentira, no la verdad, porque van de mal en peor, y a mí ni me conocen —afirma el Señor — (Jeremías 9:3). Se engañan unos a otros; no se hablan con la verdad. Han enseñado a sus lenguas a mentir, y pecan hasta el cansancio (Jeremías 9:5).
Así dice el Señor: Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza (Jeremías 9:23), ni el político del número de votos que consiguió, el único que se puede gloriar de algo es Dios. ¿Puede el etíope cambiar de piel, o el leopardo quitarse sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien, acostumbrados como están a hacer el mal! (Jeremías 13:23).
Ellos son del mundo, por eso hablan del mundo, y el mundo los oye y los sigue como mansos corderillos (1 Juan 4:5).
El problema se suscita cuando los creyentes ponen su confianza en los políticos, esperan y confían en ellos, los defienden y hasta protestan realizando proselitismo para que sean elegidos o se queden en el poder. Todas cosas que no están acordes al Señor Jesús y su Palabra. Demuestran, de esa manera, que aún son del mundo.
Oro por la misericordia de Dios para mi país y porque muchos puedan conocer Su verdad y la sigan. El arrepentimiento es el primer paso para acercarse a Dios.
Les deseo un tiempo muy bendecido.
P.D. Leí una publicación que me estremeció: “Te aseguro que si hay enfrentamientos ninguno de los líderes que se enfrentan dejará flores en la tumba de tus familiares”.