Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Mateo 14:31 RVR1960
Queridos amigos, recuerdo haber recurrido a Dios en mis tiempos de ateo, el sentido de la necesidad me impulsó a ello, después pensé haber actuado tontamente.
Una y otra vez los escritos bíblicos me sorprenden porque demuestran la debilidad de los grandes protagonistas de la fe. Especialmente en el catolicismo se generan auras de toque singular sobre los personajes destacados de la Biblia y también sobre todos aquellos que fueron canonizados, incluso les hacen estatuas para levantarlas en hombros y las cargarlas paseando (Isaías 46:6-7). Los convierten en héroes destacando más que nada sus obras, con la consecuencia de que se genera un halo de enaltecimiento y poder a su alrededor, distorsionando la realidad.
La verdad es que todos los humanos tenemos nuestra cara de debilidad, que queremos mantener oculta. Y nuestra debilidad se hace aún más manifiesta cuando nos encontramos delante de Dios y su grandeza.
Contamos con un magnífico ejemplo justamente en este pasaje cuando Jesús le dijo a Pedro que fuera a Él andando sobre el agua. Simón Pedro salió del bote munido de mucha fe y comenzó increíblemente a caminar sobre las aguas, pero apenas dudó, se hundió. Evidenció el poder de su Señor, pero también experimentó su propia debilidad.
Demostró debilidad en su poca fe y también en su pedido de socorro porque se hundía. ¿Cuántas veces nos avergonzamos y evitamos mostrarnos vulnerables y débiles? La respuesta es: muchas veces. Querer mostrarse fuerte delante del Señor es un gran despropósito, porque Él conoce los corazones y de entrada sabría que estamos mintiendo. Pedro, por su condición de pescador, seguramente sabía nadar, y si se hubiese guiado por su orgullo, se hubiera esforzado por mantenerse a flote sin pedir ayuda. Sin embargo, lo primero que hizo fue decir “¡Señor, sálvame!”, dando a entender el reconocimiento de su error y su humillación ante su Rey y Señor.
Por supuesto existe la posibilidad de que Pedro haya sopesado el peligro que representaban las olas hasta para el mejor nadador y por tal motivo haya clamado por ayuda. Una posibilidad muy humana, que también denota debilidad.
Lo destacable, sin importar las motivaciones, fue la inmediata reacción de Jesús, quien fue rápido para extender su mano a fin de prestarle el socorro que requería. Cuando Pedro se encontraba a salvo, Jesús le reprendió haciendo hincapié en su poca fe. Pero no fue una llamada de atención en el estilo humano, como solemos hacer: “dudaste de MI”, pues el Señor no ostentaba de su poder o de sus capacidades.
Como muchos de nosotros, Pedro actuó por impulso en diversas circunstancias, se podría pensar que en esta ocasión fue así también. Sin embargo, el Señor no reprendió una supuesta presunción de poder caminar sobre el agua, lo que observó delante de todos fue su falta de fe. Podría haberle dicho: “Querido Pedro no te enfocaste en mi, te dejaste llevar por la distracción de las olas y la tormenta”.
Los apóstoles estaban pasando adversidad ante tan tremenda tormenta, y es en esos momentos en los cuales se hace necesaria una mayor dosis de fe. A pesar de las circunstancias adversas Pedro demostró sus mejores intenciones ante Jesús, se mostró firme y resuelto, pero a pesar de ese buen comienzo su fe decayó. Es una perfecta demostración de debilidad humana, lo cual no significa haber fallado.
Cuando en la adversidad nuestra fe decae es necesario buscar a Cristo, Él es el único que puede ayudarnos en verdad. No dejemos de mirar al Señor, no desviemos nuestra mirada de Él para observar la dimensión de las dificultades que tenemos por delante, si lo hacemos terminaremos abatidos por luchar en nuestra propia fuerza.
Invoquemos a Dios, Él no negará su socorro a quien se lo pida con el corazón en la mano, con sincera humildad, con fe, demostrando su debilidad. En la medida en que más nos aferremos al Señor es probable que suframos menos. Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que existe, y que es quien recompensa a los que le buscan (Hebreos 11:6)
Para terminar les hago una pregunta: ¿Existe un buen motivo para que los seguidores de Jesucristo tengamos dudas?
Les deseo un día muy bendecido.