Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas. Lucas 5:26 RVR1960
Queridos amigos, ayer vi por enésima vez en Facebook la foto de una imagen de la virgen, mi ignorancia no me permitió reconocer de cuál se trataba, pues sé que hay varias, dicen que unas más milagrosas que otras.
En la publicación a la que me refiero ponía que había que pedir con fe y el milagro sería hecho. Lo mismo ocurre con las imágenes de santos. En ambos casos se supone que interceden ante el Todopoderoso y consiguen su venia, algunos con mayor efectividad que otros.
Una gran parte de la gente cree que la deidad existe principalmente para satisfacer sus necesidades. Especialmente cuando están pasando por dificultad apelan a los milagros. Y cuando se enteran de que alguien habría realizado un milagro, quieren endiosarlo. Es así como los grandes falsos profetas y maestros hacen crecer su próspero negocio.
El contexto de este versículo se lleva a cabo en una casa atiborrada de gente. Jesús está adentro y todos quieren acercársele. Un pequeño grupo de amigos está cargando en un lecho a su amigo paralítico. Su anhelo por conseguir el milagro de sanación de Jesús es tan grande, que con gran esfuerzo trepan al techo de la casa y entran a través de él al lugar donde se encuentra el Señor.
En este caso el milagro estaba casi garantizado, aunque no sabemos si Jesús realizó todos los milagros que se le pedían. Lo que sin duda definió el éxito del esfuerzo fue la fe con la que los amigos actuaron. Quiero pensar que el paralítico les imploraba que lo hicieran llegar como sea donde el Maestro, pues tenía la certeza de que se apiadaría de él.
Los presentes sabían del poder de Jesús para realizar milagros, y probablemente estaban a la expectativa de ver otro espectáculo. El Señor al ver su fe le expresó: tus pecados te son perdonados. Los escribas y fariseos pensaron que Jesús estaba blasfemando, porque quién era Él para perdonar pecados, y otros se quedaron decepcionados porque no vieron lo que habían esperado ver.
No pasó mucho tiempo y Jesús realizó el milagro esperado, le ordenó al paralítico que se levantara, tomara su lecho y que se fuera. Con los músculos completamente tonificados el hombre milagrosamente sanado salió caminando.
Los escribas y fariseos se han debido sentir amedrentados, porque el Señor les descubrió sus malos pensamientos, además les demostró que Él no solo sanaba enfermedades físicas sino también espirituales al perdonar pecados.
La audiencia quedó sobrecogida de asombro, y no era para menos. Seguro que los hechos quedaron como anécdota para varias generaciones. Ante tal exposición de poder solo quedaba glorificar a Dios, aunque algunos han debido atribuir el milagro a Satanás, como lo hicieron los fariseos en otro pasaje de la Escritura.
Si bien el pasaje menciona el temor de los presentes, no me queda claro si es el temor reverente de Dios, que todos deben tener, o si es simple miedo. Considero que hubo de ambos. Como fuere, en ese día los presentes habían visto una maravilla.
En este caso el Señor Jesús fue el que realizó el milagro en persona, posteriormente los apóstoles y otros creyentes de esos tiempos fueron quienes hicieron milagros bajo el poder del Espíritu Santo. No me cabe la menor duda de que Dios puede hacer el milagro que quiera, sin embargo, no creo que en estos tiempos esa sea la forma de actuar o de manifestarse de Dios. Los milagros de los primeros tiempos del cristianismo tuvieron un propósito específico, así como los milagros que realizó Dios en los tiempos del Antiguo Testamento.
Por supuesto que al hombre actual le caerían muy bien varios milagros, porque la ciencia y la economía tienen sus limitaciones. La gente busca milagros, y busca creer en ellos. Lamentablemente solo se trata de satisfacer necesidades inmediatas y terrenales, porque sus ojos solo alcanzan a ver el horizonte de esta vida.
No conozco ningún caso atribuible al hombre natural que pida: Señor bendíceme con tu gracia y envíame quebrantamiento para hacerme más humilde y perceptivo de tu verdad y justicia.
¿De qué sirven los milagros si solo consiguen que las personas se admiren? El milagro que todos deberían buscar, pero muy pocos lo hacen, es el de la gracia de Dios, el de nacer de nuevo a vida nueva espiritual para conseguir vivir con Dios en la eternidad.
Les deseo un día muy bendecido.