Y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. Juan 5:29 RVR1960
Queridos amigos, se supone que el hombre natural tiene el discernimiento suficiente para diferenciar entre el bien y el mal, sin embargo, su condición de esclavo del pecado lo enceguese al extremo de que llega a llamar bueno a lo malo y malo a lo bueno, además de hacer constantemente lo malo que sabe que no está bien.
Rige su vida por preceptos equivocados de pecado actuando en contra de los mandatos de Dios.
Cuando un ciudadano o un grupo de ellos empieza a ir en contra de las normas establecidas por el estado, rápidamente se los acusa de rebeldía, de igual manera quienes se ponen en contra de Dios al incumplir sus normas divinas son acusados por Él de serle rebeldes.
Lamentablemente todos los habitantes de este mundo vivimos en rebeldía constante hacia Dios, hasta que por gracia algunos son redimidos y se les abren los ojos para ver espiritualmente, momento a partir del cual también son bendecidos con el convencimiento de pecado para arrepentimiento.
Se pasa de una condición de rebeldía irremediable a un nuevo estado, el de reconciliación con Dios. Gracias a la sangre de Jesucristo todos los pecados del nuevo redimido son pagados. Por lo tanto, incluso cuando peca, Dios ya no lo ve como rebelde, porque obró justificación sobre él.
Muchos se olvidan de Dios y buscan vivir bien bajo sus propias fuerzas, se esfuerzan por acumular bienes para sus últimos días a fin de no pasar penas y poder morir tranquilos, pensando que la muerte física será su descanso final. Pero las palabras de Jesús dicen que la vida no termina después de la primera muerte, que es la física.
Después de la muerte primera habrá un juicio, para el cual los vivos estarán presentes y los incrédulos muertos serán traídos de nuevo a la vida mediante la resurrección de condenación, a fin de que todos presencien la majestuosidad del justo juez Jesucristo en acción.
Los que hicieron lo malo saldrán a resurrección de condenación, estos son los que practicando lo malo, vivieron una vida rechazando a Jesus, ya sea abierta o encubiertamente, sus pensamientos, palabras y actos son prueba suficiente e irrefutable para determinar que son pecadores culpables de juicio y castigo. Atravesarán por la segunda muerte para castigo en el fuego eterno.
Los que hicieron el bien saldrán a resurrección de vida. Aquellos que confiaron en Jesucristo y se esforzaron por vivir una vida en obediencia no morirán la muerte segunda y permanecerán en la presencia del Señor por la eternidad.
En el día del juicio final las ovejas serán separadas de los cabritos (Mateo 25:32). Las ovejas son de Cristo y los cabritos son los que se rehusaron ser de Él. Las ovejas siguen la voz del Buen Pastor porque lo conocen. Dicha condición implica que los seguidores de Cristo Jesús buscan fervientemente hacer el bien, lo cual es una prueba de su integridad, condición que conlleva la separación de los píos para vida eterna y de los impíos para muerte en eterna condenación.
Los pecadores muertos en delitos y pecados, resucitarán de la muerte para morir de nuevo inmediatamente después del juicio y castigo bajo un acto de soberana justicia del Señor Jesucristo, que es el Justo Juez designado por el Dios Padre para el final de los tiempos.
Los redimidos cuyos pecados fueron lavados con la sangre derramada por Jesucristo en la cruz del calvario por un acto de gracia divina no serán condenados. Tomemos consciencia sobre el poder de las palabras del Señor Jesucristo, exaltemos su autoridad infinita y creamos en su manifestación como una verdad absolutamente indiscutible, que se cumplirá en el momento menos pensado. Cristo viene.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.