Mediante este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.1 Corintios 15:2 NVI.
Queridos amigos, el evangelio, la buena noticia, viene con poder para los que son llamados.
La buena noticia de Jesucristo: Él murió en muerte sustituta por los pecadores y resucitó de entre los muertos venciendo a la muerte. Esta es, sin lugar a dudas, la mejor noticia que cualquiera puede recibir.
El problema está en que la mayoría de la gente no se interesa por el evangelio. Su corazón endurecido por el pecado hace que no pueda comprender verdaderamente su significado, su alcance, su relevancia. Tienen una noción, porque les contaron o leyeron superficialmente sobre Jesucristo y, lo peor de todo, consideran que con eso es suficiente para apoderarse de la buena nueva.
Se podría implicar que creer representa aferrarse con firmeza a la Palabra de Dios. Pero el retener y aplicar al diario vivir dicha Palabra requiere de mucho más que la decisión y la propia fuerza personal. Sin el poder de Dios obrando de por medio, nadie es capaz de aferrarse con tanta firmeza como para nunca más soltarse.
Aferrarse a la Palabra implica entenderla y asumirla como verdad indiscutible para creer y confiar en ella como guía absoluta del diario vivir. Quien se aferra a la Palabra tiene sembrados en el corazón la necesidad y el deber de seguirla fielmente, de ser obediente a sus preceptos, estatutos y mandamientos.
Por su pecado nadie puede ni quiere aferrarse de tal manera a la Palabra, se puede dar solo y únicamente por la decisión divina y soberana de Dios a través de la bendición de gracia.
Las falsas doctrinas esgrimen que el hombre que oye el evangelio se aferra a la Palabra, entonces es salvo, pero si se suelta pierde su salvación y todo resultó en vano. Es fundamental tener presente que la muerte de Cristo es suficiente y que la salvación no se consigue por obras ni se pierde por dejar de hacer obras, la salvación es sólo y únicamente por la fe en el Señor Jesucristo.
Para poder aferrarse y no volver a soltar la Palabra del evangelio, es imprescindible nacer de nuevo. El nuevo nacimiento se trata de la regeneración espiritual, el espíritu del hombre muerto en delitos y pecados es traído a vida nueva por el poder del Espíritu Santo. Antes de que este milagroso hecho se suscite, el hombre podrá pensar que está aferrado a la Palabra sustentado en su fe intelectual, pero será en vano.
Lucas explica la fe intelectual en la parábola del sembrador: Otra parte de la semilla del sembrador cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad (Lucas 8:6). Las personas de “sobre la piedra” son aquellas que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan (Lucas 8:13), entonces todo fue en vano.
Todo está en manos de Dios, incluso el hecho de que algunos crean que se decidieron a su favor, es un acto del poder de Dios. Ningún pecador puede acercarse al Santísimo. Dios busca y llama.
Sin el don de la gracia, sin la regeneración espiritual y sin el don de fe verdadera es imposible tener algún tipo de relación con Dios, y todo ello proviene de Él: “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,” (2 Timoteo 1:9).
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.