Que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. 1 Tesalonicenses 5:3 RVR1960
Queridos amigos, quienes con firmeza creen en la verdad de la Biblia, saben perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche (1 Tesalonicenses 5:2); será de manera repentina e inesperada. El ladrón no se anuncia y toma todas las precauciones para que nadie se entere de su presencia.
Nadie sabe cuándo llegará el final de los tiempos. El Señor Jesús fue claro al expresar que nadie sabía ni el día ni la hora, ni siquiera Él mismo estaba enterado, pues era un asunto de exclusivo conocimiento del Padre celestial (Marcos 13:32).
Ante una situación tan cierta en su cumplimiento, pero tan desconocida en el momento de su realización, es imposible decir que podemos relajarnos y esperar tranquilos, pues podría presentarse en cualquier instante.
Hay personas que ven señales del fin del mundo hasta en los sucesos más disparatados y también en situaciones durísimas como la reciente pandemia que está azotando al mundo.
Pero como la segunda venida de Jesucristo será repentina, nadie puede predecir su llegada. Puede que el más terrible caos esté dominando al mundo, unido a guerras, hambrunas y terribles manifestaciones de la naturaleza como terremotos e inundaciones, esas podrían ser señales de su venida, pero no lo es necesariamente.
Recuerdo la llegada del año 2000, había gente obsesionada, preocupada y asustada, porque se vaticinaba el fin del mundo. Muchos otros se reían de dicha noticia, uno de ellos era mi persona, porque todavía estaba entre los incrédulos. Llegó el 1º de enero, y para alivio de todos, no pasó nada.
Nadie sabe cuándo será el día en que debamos rendir cuentas y tampoco es necesario saberlo. Los creyentes debemos vivir como si mañana iría a llegar el Señor Jesucristo. No se trata de estar nerviosos y afanados, sino de vivir una vida cristiana acorde a los preceptos de Dios, velando y siendo sobrios.
El creyente tiene el deber de estar siempre preparado, su existencia terrenal debe discurrir en sumisión y obediencia a su Señor, debe vivir una vida acorde a Cristo como siervo fiel y bajo la gran responsabilidad de ser un hijo de Dios.
El juicio para la humanidad será una sorpresa inesperada y terrible para los impíos. Para aquellos que viven la vida buscando la felicidad donde no deben, porque rechazan a Dios, que viven distraídos en vanos entretenimientos, sumidos en una muy tranquila indiferencia, el día del Señor será de horribles consecuencias.
Llegado el momento no habrá escapatoria posible, no existirá manera de eludir el juicio y castigo por el pecado para aquellos que dicen paz y seguridad sin tener la luz de Cristo Jesús en el corazón. Son todos quienes viven en tinieblas y cuyas obras son malas por estar impregnadas de pecado.
En contraposición el cristiano ya está con Cristo y está iluminado por su luz. En dicho sentido despierto o durmiendo no tiene de qué temer. La llegada del día del Señor será un gran día de felicidad y regocijo para los redimidos, será la llegada del día más anhelado por los hijos de Dios.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.