Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Jeremías 9:23 RVR1960
Queridos amigos, dentro de nuestra cultura latina esperamos que se nos alabe, lo consideramos como un motivador y elevador de nuestra caída autoestima.
Es normal escuchar a un padre decirle a su hijo lo bueno que es, aún cuando no sea tan bueno, porque la psicología nos enseña que decirle palabras alentadoras a una persona es bueno y positivo, incluso cuando no son ciertas.
Cuando en mi empresa hicimos una pequeña encuesta sobre lo que le gustaría a la gente, una demanda fue que se les diera mayor reconocimiento por su trabajo. No que no esté de acuerdo en felicitar a las personas cuando están haciendo bien las cosas, pero reconocer de manera sistemática el trabajo de la gente por lo que se les paga, sin que haya algún logro extraordinario de por medio, es simplemente alabar por lo que deben hacer.
El punto es que el mundo necesita reconocimiento para reforzar su identidad. Existen un sinfín de concursos para determinar quién es el mejor en tal o cual cosa, las nominaciones al Grammy, al Oscar o al premio Nobel buscan descubrir a los más talentosos, dedicados y estudiosos.
El mundo necesita referentes a quienes seguir, sean estos buenos o malos. El libro Guinness de los récords es otro gran ejemplo, se hacen esfuerzos casi increíbles para conseguir ser reconocidos y consecuentemente alabados.
Algunos podrán decir, “la verdad es que yo no me jacto, pero es el mundo quien me alaba”, pero en verdad no sabemos qué pasa realmente por sus corazones. Lo que sí conocemos es el resultado de la jactancia: la soberbia.
Para el impío es difícil aceptar que no es él el que tiene el mérito, pues ha sido educado bajo la premisa de que uno mismo se tiene que esforzar mucho para lograr las cosas. En contraposición se encuentra el creyente, quien no solo atribuye todas las cosas a Dios, sino que sabe por fe y también por hechos, que así es.
Es desde esa perspectiva que vienen a colación las palabras de la Biblia diciendo que nadie se debe jactar de nada, poniendo al rico, al sabio y al valiente como ejemplos.
Las Escrituras nos muestran historias de cobardes que se hicieron valientes y de valientes que se hicieron cobardes gracias al poder de Dios. También mencionan que Dios puede dar o quitar según su voluntad, por tanto, quien es rico es porque el Todopoderoso así lo quiere. De igual manera la sabiduría verdadera solo puede venir de Dios, por más conocimiento que se tenga no se es sabio hasta que Dios así lo decida.
Existe una opción que Dios otorga a aquellos que desean jactarse y dice que lo hagan siempre y cuando se esfuercen muchísimo por conocerle de verdad y entender que Él es el Señor de las misericordias inagotables, quien trae juicio y justicia a la tierra.
Alabémonos, entonces, cuando conozcamos y entendamos lo que nuestro Señor quiere, cuando hayamos conocido cómo es su carácter; deleitémonos en su interminable misericordia, en su justo juicio y en su divina justicia, porque esas son las cosas que Él quiere.
Les deseo un día muy bendecido.