Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; Romanos 1:28 RVR1960
Queridos amigos, la gran elocuencia del apóstol Pablo se ve una vez más manifiesta en este fuerte versículo, el cual expresa que el hombre natural de forma voluntaria decidió rechazar y desconocer a Dios.
Lo más doloroso es que el rechazo a Dios no solo es voluntario sino también tenazmente obstinado. Existe un empeño obcecado definitivo por parte del hombre natural en no aceptar el conocimiento de Dios, el humano pecador juzga como muy conveniente reprobar el conocer a Dios.
La consecuencia de tal obstinado rechazo es que Dios entrega a toda la raza humana a una mente reprobada, es decir, para tener ideas y pensamientos contrarios a los parámetros divinos del Dios verdadero, impropios del hombre que fue creado a imagen y semejanza de la imagen de ese mismo Dios.
Las ideas y pensamientos alejados del universo de Dios llevan a vivir vidas contrarias a la voluntad del Creador. El hecho de que Dios entregó al hombre a una mente reprobada, implica que le abandonó en su condición rebelde y de pecado para que prosiguiera con su vida de depravación espiritual.
El pecado entenebrece la inteligencia del hombre, quien obra con una capacidad mental que le conduce a tener pensamientos que se alejan por completo de los caminos de Dios, llevándole a realizar cosas que no convienen, es decir, moralmente impropias e incongruentes con la santidad de Dios.
Esta mente reprobada del hombre afecta todos los aspectos de su vida, tanto en lo espiritual como en lo moral, ético y social. No que el hombre en su condición desaprobada sea tan malo como podría ser, pues es visible que tiene luces de bondad, lo cual no borra ni alivia en la más mínima expresión la parte oscura y depravada de su existencia. Por otra parte está el poder del Espíritu Santo que va impidiendo el desenfreno moral entre los hombres, algunos lo confunden con la consciencia.
A nadie que es de este mundo le gusta que le llamen depravado, pues el significado de depravado se utiliza comúnmente en el ámbito sexual. La depravación en este contexto se refiere al estado moral en pecado del hombre, que a los ojos de Dios no es otra cosa que depravación. El apóstol Pablo describe en los versículos 29 al 32 del primer capítulo de la epístola a los Romanos la clase de gente que produce el dominante pecado, lo cual no es otra cosa que una abominable afrenta a la santidad de Dios.
Dios examina el corazón del hombre y con toda autoridad y conocimiento manifiesta que está colmado, es decir que se ha llenado a sí mismo, de un catálogo de pecados, todos dignos del infierno: “estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” (Romanos 1:29-32).
Estoy seguro que varios o por lo menos algunos de los sustantivos descriptivos del pecado mencionados en este nefasto catálogo pueden ser identificados por cada uno de nosotros como parte de nuestro listado de pecados. El impío no solo se complace en su pecado, sino que se goza en lo que otros muchos hacen igual que él, aprueba y consiente el pecado de otros, pues detiene con injusticia la verdad (Romanos 1:18).
La única manera de ser salvo de esta terrible condición de una mente reprobada por Dios, es a través del sacrificio sustituto de Cristo Jesús en la cruz del calvario. Que Dios tenga misericordia y nos conceda fe para creer en la obra del Señor Jesucristo y que su muerte de cruz se haga efectiva en nosotros para vida eterna.
Les deseo un día muy bendecido.