Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5:3 RVR1960
Queridos amigos, solemos apuntar a ser orgullosos y grandes según nuestra propia sabiduría, el mundo describe a las personas que no tienen «cualidades» similares como seres con baja autoestima.
Eso mismo se podría pensar de los pobres en espíritu mencionados en el versículo de hoy, personas perdedoras para el mundo con un cero de autoestima.
Me quiero imaginar que el mundo visualiza este estado de la misma manera como vería a un pobre perro abatido con la cola entre las piernas.
Entonces, ¿por qué insiste Jesús en decir que una persona pobre en espíritu es bienaventurada?
El pobre en espíritu, para comenzar, es una persona bendecida con la gracia del Dios Padre, por lo tanto, ha creído por el don de fe que recibió del Creador, que Jesucristo es su Señor y salvador, en consecuencia, cuenta con un espíritu regenerado y fue justificado para vida nueva, lo cual hace que sea una persona espiritual en Cristo Jesús.
El pobre en espíritu sabe de su bancarrota espiritual porque recibió discernimiento, es decir ojos y oídos para ver y oír espiritualmente.
Es consciente que nada es y sabe también que nada merece. Ve su urgente necesidad de Dios, se duele por su pecado, es humilde, se ve pequeño y valora sobremanera la obra del Redentor en su vida.
Esta bienaventuranza es la primera de todas no por casualidad, sino porque el reino de los cielos es de los pobres en espíritu, es decir que sin ser pobre en espíritu nadie tiene acceso a la morada celestial.
En el reino de los cielos no hay nadie que no sea pobre en espíritu, por consiguiente la pobreza en espíritu es la característica esencial del cristiano.
La pobreza en espíritu es como un vacío que se debe conseguir que luego debe ser llenado, así como se debe morir al viejo hombre primero para vivir renacido después.
Esa es la posición del pobre en espíritu llegar a sentirse completamente vacío para luego ser llenado totalmente por Dios.
No confundamos, el ser pobre materialmente no es un requisito para llegar a ser pobre en espíritu.
El pobre no está más cerca del reino de los cielos que el rico, las Sagradas Escrituras no enseñan que ser pobre sea bueno o que la pobreza sea una virtud.
Es más, un pobre materialmente es tan merecedor de la ira de Dios como el más malo de los ricos y extraño como suene puede también tener como ídolo al dinero. Nos salvamos de la ira divina solo por fe y no por obras.
Nos debe quedar claro que nada podemos hacer sin la participación soberana de Dios en nuestras vidas para poder ser bienaventurados y entrar en el reino de los cielos, por tanto para llegar a ser pobres en espíritu necesitamos de su poder y voluntad, en nuestra propia fuerza nada o muy poco alcanzaríamos.
Que Dios les guarde y que tengan un lindo día meditando en la Palabra.