Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” Hebreos 10:39 RVR1960
Queridos amigos, en la época de mi conversión tenía un corazón especialmente ardiente por las cosas de Dios y en ese afán se me ocurrió escribir letras para canciones de alabanza. Mucho amor el mío para con el Señor, pues hasta ahora no tengo ni la más pálida idea de música.
Uno de los miembros jóvenes del ministerio de alabanza de la congregación se ofreció a ponerle música a una de mis letras. Por supuesto que me sentí honrado, pero lo que más aprecié fue la entrega de ese hermano, que en aquel momento parecía tener más fe que muchos de nosotros.
Por vicisitudes de la vida durante un tiempo dejé de ver al hermano en cuestión, y cuando me lo volví a encontrar, me llevé una gran sorpresa acompañada de pena, el “hermano” había vuelto al mundo y estaba viviendo una vida mundana más intensa de la que tuvo antes de hacerse “cristiano”. Han pasado muchos años y el tiempo demostró que nunca había sido creyente verdadero.
Existe la doctrina de que un convertido puede perder su salvación, pero después de escudriñar las Escrituras me quedo con la doctrina de una vez salvo siempre salvo y la doctrina que la acompaña, que es la de la perseverancia de los santos.
El nuevo nacimiento es una obra sobrenatural del Espíritu Santo sobre el hombre natural, que conduce al nacido de nuevo a creer en Cristo Jesús a través del don de fe, así mismo, el Espíritu obra sobre el entendimiento del convertido para darle convencimiento de pecado y conducirlo a genuino arrepentimiento.
Ha de entenderse el arrepentimiento como un cambio radical y duradero de vida. De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es (gracias a su regeneración espiritual); las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17). Con el nuevo nacimiento lo viejo fue dejado en el pasado para comenzar una nueva vida en Cristo, precisamente porque el nuevo creyente lo tiene al Redentor como su Señor y salvador, porque su fe le fue contada por justicia (Romanos 4:1-25).
La obra de Dios ejerce un cambio radical en el interior de los nuevos creyentes, y este cambio es duradero para la eternidad, porque su espíritu de haber estado muerto en delitos y pecados fue traído a nueva vida por el poder del Espíritu. Recién entonces pueden tener una vida espiritual que les permita desarrollar comunión con Dios.
Estas personas son las que se mantienen fieles, incluso en las grandes pruebas, pues no son llevadas de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error (Efesios 4:14). Estas mismas personas tienen razón para esperar, que la misma gracia de Dios que las llevó a una vida nueva, las pueda ayudar a seguir viviendo por fe una vida agradable a Dios.
Los enemigos del cristiano (Satanás, el mundo y la carne) harán todos sus esfuerzos para tentarlo y hacerlo caer para finalmente conseguir que retroceda en su fe. A diferencia de la fe genuina que viene de Dios, la fe intelectual se sustenta en los propios esfuerzos de quienes la ostentan. En ese sentido la diferencia de poder es gigantesca, pues se encuentra un insondable abismo entre lo que puede lograr el hombre y lo que puede hacer Dios.
El hombre natural con fe intelectual en su propia fuerza puede resistir algunos embates de sus enemigos, pero definitivamente caerá en la tentación de seguir siendo parte activa del mundo, incluso si está viviendo bajo altos parámetros de moralidad, lo cual no lo exime de sus pecados. En ese sentido retrocede para perdición.
Los justos, aquellos que han sido justificados de pecado a través de la sangre de Jesucristo y han sido aceptados como hijos por Dios, pueden obtener de Él todos los refuerzos necesarios, además de que están munidos de paciencia para esperar la venida de su Señor. Jesús está siempre dispuesto para socorrer y sostener a sus fieles, gracias al don de fe que les fue dado por el Dios Padre.
La fe salvífica, que después se convierte en fe para vivir una vida cristiana y perseverar en ella hace que las almas de los convertidos verdaderos estén a salvo para siempre.
Les deseo Un día muy bendecido.