Y esto erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. 1 corintios 6:11 RVR1960
Queridos amigos, en un viaje por Europa pude constatar la ilusión de muchos de los europeos de ser superiores en sabiduría y conocimiento.
Se halagan a sí mismos viviendo una vida completamente alejada de Dios en la cual se la pasan disfrutando del pecado. Pasé por países que se declaran católicos, otros protestantes y también existen aquellas naciones que en sus encuestas demuestran a una mayoría que desea vivir sin Dios.
Sin importar su tendencia religiosa el resultado es el mismo, pues la gran mayoría vive en la carne, y si se siembra en la carne difícilmente se podrá cosechar en el espíritu. Los que profesan doctrinas católicas y protestantes creen firmemente que se irán al cielo, a pesar de su pecado. No tienen idea del genuino arrepentimiento y del caminar en santidad, y a pesar de su vida en injusticia están convencidos que Cristo los salvará.
Estos son cristianos solo de nombre, porque persisten, sin remordimiento ni arrepentimiento, en las prácticas de pecado. El resultado será que jamás heredarán el reino de los cielos, su destino será el tan temido lugar por unos y ridiculizado por otros.
La sociedad europea en particular y el mundo en general son ámbitos de alta permisividad donde cada vez más se pasan por alto o se toleran conductas inmorales. Cada vez más se instituye lo malo como bueno y lo bueno como malo, la justicia del hombre está siendo más y más selectiva elevando en alto lo condenable y pisoteando lo justo.
Así como los corintios creyentes de la antigüedad el convertido actual tiene dificultades para permanecer al margen del pecado “tolerable”, especialmente cuando su entorno no es creyente. Debemos recordar que pecado es pecado, sin importar cuán pequeño pueda ser. Es menester del cristiano genuino mantenerse dentro de las normas elevadas de Dios, y amar su ley.
No cabe la menor duda que el Señor se puede fijar en el peor de los pecadores para ser misericordioso con él y bendecirle con su gracia. El apóstol Pablo es claro al establecer que aún aquellos que pecan en las formas más abominables tienen la oportunidad de que sus vidas sean cambiadas por Cristo Jesús.
Todos los creyentes verdaderos proceden de vidas de pecado, son pecadores que han sido completamente limpiados o lavados de sus culpas. Después por el poder del Espíritu Santo son santificados y empiezan una vida para Dios cada vez más apartada del mundo y de la carne. Por la obra de cruz de Jesucristo Dios los ha justificado de su pecado para aceptarlos plenamente y adoptarlos como sus hijos.
Sin el fundamento de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo y sin la obra del Espíritu Santo quien realiza completamente el proceso de conversión para salvación, ningún hombre podría ser salvo.
Para los convertidos no es necesario indagar en nuestra vida pasada, pues todos tenemos historias que deberían ser borradas y olvidadas, pero es imprescindible recordar lo que una vez fuimos, para mirar al cielo agradeciendo de palabra y de corazón, y vivir de acuerdo a lo que ahora somos, haciendo todo como para el Señor.
Les deseo un día muy bendecido.