Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. Lucas 12:29-31 RVR1960
Queridos amigos, cuando era niño confiaba en que mis padres eran capaces de solucionar cualquiera de mis problemas, además de su capacidad para suplir cualquiera de mis pequeñas necesidades.
Una confianza inocente pero absoluta que se daba por mi percepción de que estos adultos tan cercanos a mi, por su misma condición adulta, eran capaces de conseguirlo todo.
Vivía tranquilo y mis preocupaciones se limitaban a las pocas obligaciones que debía cumplir.
Jesús les dice a sus discípulos que se hagan como niños (Mateo 18:3). Un niño no tiene recursos propios para valerse por sí mismo y tampoco está contaminado por las influencias del mundo, que entre otras cosas lleva a las personas a pensar que pueden tener algo de gloria según sus logros, lo cual los niños todavía no tienen.
Así como un niño de manera sencilla e inocente tiene una dependencia absolutamente confiada en sus progenitores, los que conocemos de la dimensión de Dios deberíamos vivir absolutamente confiados en su poder.
Una búsqueda afanosa y preocupada de las cosas de este mundo, que incluye también las necesarias, no está acorde al pensamiento de los que anhelan seguir a Jesucristo.
No debemos ser dominados por los miedos de este mundo, cosas que en la regla no se cumplen, disponiéndonos a preocupaciones innecesarias de cómo evitarlos.
Vivamos atesorando el vivir en santidad con mucho más énfasis de lo que el hombre natural busca con tanto afán poseer: riquezas, comodidades, fama, entretenimiento y placeres entre otros.
Busquemos servir a nuestro Señor realizando todo lo que Él nos manda a hacer. Además vivamos aferrados a sus promesas. Él es fiel y con toda seguridad no dejará de hacer todo lo que nos tiene prometido.
Como niños creamos firmemente en su divina Palabra y como hombres de Dios seamos diligentes en cuidar nuestras almas para estar preparados para cuando el Señor vuelva.
Tengan un día bendecido con la presencia de Dios en sus vidas.