Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén. Judas 1:24-25 RVR1960
Queridos amigos, estamos viviendo en tiempos de apostasía creciente y muchos de los que se dicen creyentes son propensos a caer en herejía, porque (todavía) tienen arraigadas tradiciones y costumbres de una vida pagana. La tentación de continuar viviendo en una vida de pecado es alta en ellos.
Es un público similar al cual fue dirigida la epístola de Judas. Son personas que necesitan que se las anime a permanecer firmes en la fe, confiando en las promesas futuras de Dios, pues son susceptibles de caer en el error doctrinal, gracias a las enseñanzas erróneas de falsos maestros.
Judas en la doxología (alabanza a Dios) de cierre de su epístola se ocupa de dar gloria y alabanza al Dios todopoderoso, proclamando la seguridad, que implica tener al Altísimo como Padre celestial.
Al tener Dios poder infinito, puede guardar a sus escogidos sin caída (no dará tu pie al resbaladero Salmos 121:3) y sin mancha, es decir irreprensibles. Es una condición de santificación, acorde a Su carácter, que prepara a los redimidos para una vida eterna junto a Él. Un estado impoluto y en gloriosa alegría, que se contrapone al destino de los impíos.
La salvación es la poderosa y exclusiva obra de Dios. La gloria de Dios resalta su maravilloso esplendor, la gloria de Dios lo ilumina todo (Apocalipsis 21:23, 22:5), nada escapa de su Luz.
Su majestad es una condición y posición de indescriptible majestuosidad, que infunde inefable respeto y admiración. El imperio expresa Su dominio, es decir Su capacidad para hacer su soberana voluntad, sin que nada ni nadie se pueda interponer, porque Él tiene la potencia, es decir la autoridad como derecho absoluto de hacer según Su soberana y perfecta sabiduría.
Dios usa su poder para fortalecer a sus escogidos. Nadie más que Él está en condición de dar fundamentos tan sólidos a la vida de los convertidos, que no pueden ser sacudidos y menos debilitados. Su poder es tal, que no podemos imaginar sus alcances, nada que el hombre pueda imaginar es imposible para Dios.
Cuando por fe el creyente se somete a Dios, Su gracia consigue que nos convirtamos en un sacrificio agradable a Él, como un cordero sin mancha ni defecto para el sacrificio.
Es así que en vez de presentarnos ante Dios asustados y avergonzados, los convertidos por Su gracia y la obra de Cristo podemos acercarnos al Padre con la misma libertad, que tienen los hijos de estar con sus padres terrenales.
Dios es Salvador, Él está detrás (y delante también) de todo. El cristiano tiene la seguridad de que el Salvador y Todopoderoso Dios tiene dominio sobre todas las cosas.
Sin pecado no puede haber castigo y donde no hay mancha existe santidad, el gozo eterno para el redimido lo garantiza Dios.
Los peligrosos falsos maestros están por todas partes y representan a las grandes mayorías; sus falacias son enseñadas como si fueran verdad, y multitudes caen en sus trampas morrales.
No debemos temerles porque confiamos en Dios, por estar arraigados en Él a través de la fe que Él nos da. Gloria al maravilloso Dios.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.